"El Ayuntamiento de Siero y la Consejería de Medio Ambiente del Principado de Asturias están mirando para otro lado ante un grave peligro ambiental", denuncia Enrique Pascual Jarero, miembro de la Asociación Asturiana de Amigos de la Naturaleza (ANA) y de la Coordinadora Ornitolóxica d'Asturies (COA), sobre la proliferación de las plantas conocidas popularmente como plumeros o hierbas de la Pampa en los terreros que iba a ocupar el malogrado polígono de Bobes (Siero). Advierte de que "mucho les va a costar, es decir, nos va a costar a todos, su solución", y deja claro que "aumentará el coste con cada mes que pase sin intervenir".

Pascual no tiene duda de que se trata de una "infestación del polígono industrial de Bobes por millares de plantas de hierba de las Pampas ("Cortaderia sp."), que han invadido el millón de metros cuadrados de terreno" desde que se retiró la cubierta vegetal para la construcción de naves industriales, aunque éstas no llegaron a levantarse. "Poco tiempo perdió la empresa pública responsable (SOGEPSA) en comercializar el manto vegetal de esta inmensa parcela", destaca Pascual Jarero.

La proliferación de estas plantas, ahora en plena floración, constituye un "inmenso semillero que desde Bobes inundará cualquier terreno que quede descubierto en un amplísimo radio", insiste el naturalista, pues, al ser una especie oportunista e invasora, "sus millones de semillas por planta se asentarán en cualquier trozo de terreno que haya quedado sin cobertura vegetal", explica.

Enrique Pascual añde que, si en estos momentos hay diez mil plantas en plena producción, esta cantidad se quintuplicará cada año y lo mismo ocurrirá con el coste de su erradicación. En el caso de que no se elimine, "Siero será culpable de la inevitable invasión de esta peste hacia otros concejos".

Este naturalista insiste: "Si no se actúa ahora mismo y con gran eficacia, todos lo lamentaremos en muy poco tiempo". Recuerda que esta especie está catalogada como "alóctona, invasora y de grave peligro para el entorno". Añade que son los propietarios o gestores de los terrenos donde se ubica la planta quienes tienen la obligación de evitar su propagación y de eliminarla. Los vecinos están hartos de denunciar la situación, que les afecta directamente, pues los plumeros se están apoderando de sus fincas.