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107 velas para Carmen

"Vivir natural y comer de todo, pero poca cantidad", la clave de la longevidad de una polesa que aspira a llegar a los 110 años

Carmen García-Riaño García-Jove, con sus velas de cumpleaños. M. M.

La polesa de adopción Carmen García-Riaño García-Jove quería vivir hasta los 107 años para alcanzar en longevidad a su tío don Luciano, que fue sacerdote. Ya lo ha conseguido. El domingo sopló las velas sobre una tarta de merengue, que tanto le gustan. También lo festejó comiendo gambas al ajillo, porque le "encanta el marisco", aunque le faltó acompañarlas con una cerveza sin alcohol, que igualmente le gusta mucho. Después de haber llegado a soplar las 107 velas, ahora "se puso de meta los 110 años", comenta su nuera, Pilar Domínguez, con quien vive.

Tal es la salud de hierro de esta centenaria que ha sobrevivido a sus dos hijos, Carmita y Fernando. Son fruto de su matrimonio con Fernando Infanzón, originario de Sotrondio, como ella. Pero recalaron en Bimenes porque el marido trabajó en el economato. En 1950 se instalaron en la Pola, donde reside desde entonces. En el carné de Carmen García-Riaño García-Jove consta que nació el 28 de septiembre de 1910, pero cree que su llegada al mundo fue unos días antes.

Puede presumir de gozar de una salud de hierro, pues tiene los niveles de colesterol y azúcar en sangre adecuados, a pesar de no privarse de nada a la hora de comer. Tampoco padece ningún achaque. Le gusta leer revistas, aunque ya no hace las sopas de letras que tanto le gustaban. La prueba de su buena salud es que hasta el año pasado vivía sola en su casa. Pero su nuera decidió llevarla para la suya con la intención de que estuviera mejor atendida.

Carmen García-Riaño García-Jove fue pianista y avanzada para sus tiempos, pues fue a examinarse a Madrid. A esta ama de casa polesa se le daban fenomenal las labores, ya que hacía extraordinarias mantelerías o colchas. Le tocó vivir dos contiendas: la Revolución de 1934 y la Guerra Civil de 1936. Cuando estalló esta última estaba dando a luz a su hija Carmita. Reconoce que fueron tiempos duros. Cree que la clave de su longevidad está en "vivir natural y comer de todo, pero poca cantidad". Aunque parece que, en parte, le viene de familia, pues tuvo unas tías en Gijón también centenarias.

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