El PSOE de Siero, cerca de 400 militantes, marcado hasta el último congreso regional por una absoluta falta de sintonía con la Federación Socialista Asturiana (FSA), afronta ahora un cambio en su dirección con el viento a favor. Roberto Morís, su secretario general desde hace diez años, deja el cargo por la incompatibilidad recogida en la normativa interna de los socialistas. Es el secretario de Formación e Impulso Ideológico de la nueva ejecutiva de la FSA encabezada por Adrián Barbón, y no puede ser, al mismo tiempo, secretario de Siero.

Pero lo importante es que la agrupación de Siero -cuarto concejo de Asturias en población- parece llamada a quitarse de encima un aislamiento en el que estuvo inmerso desde hace más de una década. Aunque el candidato aún no ha trascendido -o candidatos, que cualquier que quiera presentar su propuesta de comisión ejecutiva puede hacerlo hasta 48 horas antes del congreso, fijado el día 11 de noviembre- parece claro que será afín a la actual ejecutiva y al alcalde, Ángel García, que ha demostrado que tiene muchos apoyos en la agrupación local y no oculta su sintonía con la nueva ejecutiva de la FSA.

El enfrentamiento con la anterior FSA, derrotada ahora por Barbón, viene de lejos. Ya en 2006, el entonces diputado regional Faustino Álvarez fue elegido candidato a la Alcaldía por la ejecutiva presidida por Juan José Corriols, con todos los parabienes de la FSA, pero el exregidor Juan José Corrales no estuvo de acuerdo, forzó unas primarias y las ganó. De ahí salió la nueva ejecutiva encabezada por Morís, con la que la FSA de entonces nunca llegó a comulgar. Y después de numerosas vicisitudes, entre ellas la pérdida de la Alcaldía por el accidente de Corrales con el coche oficial y la posterior expulsión de Julio Carretero del partido, la puntilla llegó con un enfrentamiento directo.

Morís disputó en 2012 la secretaría general de Siero con el actual consejero de Presidencia y exalcalde, Guillermo Martínez. Éste último aparecía como una forma de reconciliar al PSOE local y la FSA, pero las bases no le dieron su apoyo y el desencuentro continuó con Morís al frente. El apoyo de los de Siero a Pedro Sánchez les insufló muchísimo oxígeno cuando este se convirtió en secretario general y, posteriormente, la secretaría asturiana de Barbón apuntaló la buena relación. ¿Hasta cuándo? En Siero nunca se sabe.