"Alfredo siempre será el más grande", se oye comentar en un corrillo improvisado a la puerta de la iglesia de San Félix, donde minutos más tarde se celebraría el último adiós al artista e impulsor cultural candasín. La familia del fallecido incide en que Menéndez siempre fue querido en su villa natal y los vecinos de Candás ayer lo expresaron, quizá no de la manera que deseaban, pero consiguieron llenar el templo parroquial.

El sacerdote Abundio Martínez, amigo de la familia, fue el encargado de oficiar la misa. Se rompió en elogios a Menéndez: "Siempre se entregaba a los demás y tuvo siempre ánimo por la vida. Encarnó valores y virtudes y tenía una gran sensibilidad, vivía lo cotidiano y lo hacía más feliz". Martínez estuvo acompañado en la homilía por otros cuatro curas, entre ellos, el párroco candasín, José Manuel García.

"Qué pena", se lamentaba un hombre mayor, de pie, en la parte trasera de la iglesia al tiempo que el resto de feligreses y amigos de Alfredo entonaban al ritmo que Salvador Cuervo marcaba con el órgano. A la mente de más de un vecino le llegaban "flashes" de la vida de Alfredo, de cuando preparaba la cabalgata de Reyes Magos, del teatro, de sus obras de arte en murales y, sobre todo, de su colaboración. "Era un hombre culto, positivo, amante del arte, un creador nato con una gran imaginación", expresó la escritora candasina María Teresa Álvarez, que desde el púlpito leyó unas palabras en nombre de la Cofradía de los Dolores y la del Rosario, con las que, años atrás, Alfredo había colaborado en la confección de sus estandartes. "Recientemente el Ayuntamiento de Carreño le distinguió como hijo predilecto, nadie mejor para esa distinción", continuó Álvarez.

Tras los oficios religiosos en el templo de San Félix, el cuerpo presente durante toda la ceremonia fue trasladado al cementerio municipal de San Bernardo, donde fue enterrado. Y mientras tanto, volvían a fluir esos sentimientos positivos en recuerdo de un hombre que quiso a Candás quizá tanto como su pueblo le quiso a él. Deja tres hijos, dos mujeres y un varón, cuatro nietos y a su esposa, Avelina Prieto, que le acompañó toda su vida. "Querido Alfredo, gracias, muchas gracias, nunca te olvidaremos", concluyó en su escrito María Teresa Álvarez.