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Polesas con casa en Francia

"Cuando llegué le hablaba en francés a mi madre", dice una de las alumnas de intercambio del Instituto Río Nora

Marina Carreño, Carmen Llerandi, Margot Soleymani y Carmen Quirós. MANUEL NOVAL MORO

Marina Carreño, Carmen Llerandi y Carmen Quirós vivieron recientemente una experiencia muy enriquecedora al participar en un intercambio escolar con alumnas de la Académie de Besançon, de Francia. Hasta ahora, habían participado en viajes e intercambios, pero nunca habían tenido una experiencia de inmersión en el idioma tan intensiva como la que vivieron a principios de curso.

Empezaron las clases en septiembre en el centro francés, justo cuando el resto de los alumnos, y obligadas desde el primer día a defenderse en la lengua del país vecino, que para ellas es el segundo idioma en el instituto. Lo mejor, como expresan, es que la necesidad las obligaba a practicar el francés. "Yo no tuve más remedio que soltarme a hablar desde el primer día; me dije que o me lanzaba o no tenía nada que hacer, y eso ayudó mucho", explica Carmen Quirós.

Y esta manera tan intensiva de aprender les sirvió muchísimo para mejorar. "Te saca lo que tenías olvidado", expresa Carmen Llerandi. Es una manera de aprender muy distinta de las clases, en la que funcionan mucho también la intuición, las palabras y lo que sacan por el contexto.

Pero lo mejor de todo es que en Francia se encontraron familias muy buenas, que las acogieron y las trataron muy bien, y desde entonces tienen muy buenas amigas y una segunda casa.

Las alumnas francesas se encuentran estos días en la Pola devolviéndoles la visita, y la sensación de acogimiento y de beneficio es, para ellas, la misma. Margot Soleymani, por ejemplo, lleva casi un mes en casa de Carmen Quirós, y las dos han hecho muy buenas migas. La alumna francesa se siente muy bien tratada tanto por la familia como por el centro.

El instituto poleso fue seleccionado para el intercambio junto con otros siete centros asturianos, y la eficacia del programa está fuera de toda duda. "Cuando llegué le hablaba en francés a mi madre", confiesa Marina Carreño.

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