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Los Tartiere repararán los daños del fuego de 2014 en su palacete de Lugones

"No está previsto", señalan los dueños, los seis hijos de la condesa de Santa Bárbara, sobre la posibilidad de destinar la casona a uso residencial o comercial

El palacete, visto desde el portón de la entrada. A. F. V.

El palacete de los Tartiere seguirá en pie junto a La Cebera durante muchos años más. Sin duda ésta es la intención de sus propietarios, los seis hijos de la tercera condesa de Santa Bárbara, Camino Tartiere Barthe, que en las próximas fechas emprenderán obras para subsanar los daños ocasionados por un incendio que arrasó en torno al 25% del inmueble en septiembre de 2014. De momento, los planes de los dueños no pasan de ahí, y "no está previsto" que en un futuro próximo se acondicione el inmueble, construido en 1928, para su uso como residencia o explotación comercial de cualquier tipo.

La intención de la familia Tartiere es que las obras se inician cuanto antes. De hecho, los herederos de la III condesa de Santa Bárbara ya han cursado los permisos pertinentes en el Ayuntamiento para que esto sea así. En los trabajos está previsto que se sanee la estructura y se repongan los principales elementos arquitectónicos que puedan haber sufrido daños a causa de las llamas.

Actualmente el palacete, levantado sobre una finca de 90.000 metros cuadrados anexa a La Cebera, se encuentra en aparente mal estado. Custodiado por una alambrada y un portón con varios carteles de "Cuidado con el perro", el inmueble, "un edificio singular de una época de la que apenas hay vestigios en Lugones", según palabras del doctor en Historia del Arte, Pedro Paniagua, tiene cristales y ventanas rotas, tejas en mal estado y persianas desvencijadas. "Es una lástima que esté en tan mal estado. Se trata de un edificio precioso que bien se podría aprovechar para muchos fines", suspira José Antonio Coppen, cronista de Lugones, a los pies del imponente palacio. "Tiene la ubicación perfecta, está en una zona tranquila y es enorme", abunda.

Lo cierto es que, como así asegura Coppen en su obra "Lugones, radiografía de mi pueblo", a la familia Tartiere no le faltaron ofrecimientos para ocupar el palacete, utilizado como residencia veraniega de la familia hasta bien entrado el siglo XX. Uno de los más singulares tuvo lugar en los años 80 del pasado siglo por parte de unos empresarios avilesinos que pretendían constituir en el edificio un casino. Si bien, y según relata el propio cronista, la idea de vincular la propiedad al juego no gustó a los dueños y la oferta fue desechada.

El mal estado en el que se encuentra el edificio contrasta con el mantenimiento que reflejan las zonas verdes. Y es que según se puede apreciar desde la verja, las 9 hectáreas de terreno que rodean el palacete están en un estado impecable, fruto de un más que visible trabajo periódico

La finca que hoy sustenta el palacete de la familia Tartiere fueron donados por los vecinos de Lugones en 1928. Y es que tras el fallecimiento del I conde de Santa Bárbara, los parroquianos no querían que la familia del industrial, que ya residía en Oviedo, perdiese su vinculación con la localidad. Por ello, nada mejor, debieron pensar, que regalarles una parcela, que fue entregada el 5 de agosto de 1928, como excusa para mantener la relación.

Los hijos del I Conde de Santa Bárbara encargaron entonces diseñar un edificio para la finca al arquitecto Julio Galán Carvajal, que dio a luz al actual palacete, que "en un diseño ecléctico combina el estilo neobarroco con detalles de arquitectura montañesa", según Paniagua.

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