Allan Evey García tiene 21 años y hace cuatro, con 17, conoció de cerca la muerte y el dolor provocados por las represalias en su país, Honduras. La razón, defender su tierra. Acudía a una marcha para protestar contra el desembarco de las empresas eléctricas y en el trayecto una cruel bala sesgó la vida de su padre. "Un soldado mató a mi papá y a mí me hirió", recuerda el joven, que junto a María Teresa Guevara ha viajado a la Pola para recoger el Premio Derechos Humanos de Siero. Otras tres personas fueron heridas. Allan García explica que mientras el pueblo indígena acudía a defender sus tierras y la riqueza de su río Gualcarque frente la invasión de las multinacionales, con el apoyo de los poderes públicos, el ejército "llegaba a desalojar", tirándoles toda la comida y la bebida. La activista Berta Cáceres, asesinada, pertenecía al pueblo indígena lenca de la comunidad de Río Blanco, como este joven.