Emprender es un juego de niños. Al menos, en Lugones. Un total de 24 críos con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años participa estos días en los talleres "Peque emprende"; una iniciativa municipal que pretende promover valores como la creatividad, el trabajo en equipo y la autonomía desde edades tempranas. Aunque aún es pronto para saber si de las aulas de la Casa de Cultura saldrán los grandes empresarios del mañana, lo que sí se puede asegurar es que en estos cursos, "además de aprender, se pasa muy bien".

"Hacemos nuevos amigos y nos divertimos mucho. Es muy guay", dicen a coro Sheila Barrientos, Luz Suárez, Paula Becares y Daniel Fernández, uno de los equipos formados para las dinámicas grupales, mientras ensamblan piezas tipo Lego para construir una torre. "Tenemos que hacer un edificio que sea resistente. Cada uno hace una parte y luego las unimos", explican.

Precisamente, ésta es una de las claves de la programación: el trabajo en grupo. Pocos -por no decir ninguno- de los participantes se conocían antes del inicio del taller, y ahora comparten trabajo sin ningún tipo de problema. "Se puede ver cómo no les cuesta nada trabajar en grupo. Pueden tener, incluso, más facilidad que un adulto", afirma Javier Amieva, uno de los responsables del cursillo, que asegura estar "gratamente sorprendido" por el buen hacer de los chavales. "Llama la atención cómo aplican o usan conceptos y nombres técnicos de los que ni siquiera saben el nombre", abunda Amieva sobre los resultados de esta actividad que también se está desarrollando en la Pola.

Pese a que se trata de inculcar y potenciar habilidades sociales y personales de los críos, los monitores -"más bien facilitadores, porque lo que hacemos es ayudar a que utilicen y apliquen ciertos conceptos"- no pierden de vista que a estas edades lo que los niños necesitan es, en buena parte, jugar. Y así lo hacen: si durante un tiempo estuvieron concentrados para levantar sus singulares torres y presentarlas de una manera más o menos técnica a sus compañeros, luego llega el momento de la diversión probando la consistencia de sus edificaciones en una yincana.

"Nos reímos mucho. Es que es muy divertido", afirman Jorge Custodio, Alejandro Escandón, Aarón Suárez y Laura Fernández, otro de los grupos a los que ya parece haber picado el gusanillo del emprendimiento. "Nos gustaría inventar algo", aseguran los pequeños, que el martes idearon una silla "que tiene almohada, un colchón para tumbarse y no hace ruido si la arrastras". Tienen futuro: "¿Trabajar por nuestra propia cuenta en algo que hacemos nosotros? No sé... sería guay".