El muelle candasín forjó grandes futbolistas. Aquellas tardes interminables de partidos entre amigos dieron lugar años más tarde a la formación de ases del balompié que como Alberto Fernández llegaron a conquistar una copa Intercontinental con el Atlético de Madrid en los años setenta. Los candasinos jugaban descalzos, como Pelé, allá por los años cincuenta y sesenta. Eso, explican, les permitió que apenas sufrieran lesiones durante sus años de futbolista.
Las carreras sobre la arena les generaban más fuerza en las piernas. "Jugaba todo Candás, es más fácil contar los que no jugaban que los que sí", indica Joaquín Raimundo Fernández "Canales". "Era una escuela de fútbol", añade. Aquellas pachangas en el muelle las recuerdan en ocasiones y comparten con el público, como ocurrió días atrás.
Juan José Rodríguez, Juanjo, salió de Candás con 17 años. El Castilla, filial del Real Madrid, se fijó en él. Posteriormente, jugó en el Burgos, en el Zaragoza en Primera división y también en el Oviedo. En el Real Madrid, compartió vestuario con Camacho, Juanito y Del Bosque.
Como entrenador, Juanjo fue el segundo de Radomir Antic en el Real Oviedo. Tito Aramendi también se forjó como jugador en el muelle candasín. Militó en el Candás y posteriormente en el Salamanca.
"Tuve que dejarlo después de una rotura de menisco", afirma Aramendi. Canales jugó en el Candás, en el Ensidesa y en la selección asturiana juvenil. José Antonio del Valle "Guerrero" también jugó en el Candás y en el Ensidesa.
Fermín Muñiz, el más joven del grupo, lució la camiseta del Candás juvenil. Alberto Martínez fichó por el Sporting siendo un chaval, posteriormente jugó con el Valladolid y luego formó parte del Atlético de Madrid, con el que ganó la copa Intercontinental, tres ligas, dos copas. Alberto jugaba de extremo izquierda y posteriormente de medio centro.
Lo mejor
"Los partidos en el muelle nos marcaron a todos, señala Alberto Fernández. "Lo mismo jugábamos en un prao, que sobre una carretera, pero el muelle era lo mejor", añade Juanjo. Los niños de entonces pasaban horas y horas con el balón en los pies, dicen que eso mejoraba su técnica.
Se consideran unos privilegiados por haberse dedicado a lo que más les gusta: el fútbol. "Aquellas tardes eran entrañables", afirma .Canales.
"Fue una etapa fantástica, en la que hacíamos de todo, regates, pases y siempre con el balón", comentan los exfutbolistas, que se forjaron en el muelle candasín cuando la marea estaba baja y les permitía jugar.
