La iglesia parroquial de San Emeterio, en Bimenes, acogió ayer el funeral de Amable Vallina, conocido cariñosamente como Mable, el hombre que casi hasta sus últimos días promovió y defendió los tejos. Un "ramín" de hojas descansó durante la misa sobre el féretro de Mable, quien dejó mucha huella por su buen carácter y por su labor. Así lo expresaba Ana López, de la asociación "Amigos del Texu", al destacar "su optimismo, su bondad, su generosidad, su firmeza y la sonrisa pícara que tenía". Ella, que lo conoció hace ocho años, aseguró que era "una de esas personas que te marca, un paisano".

Lo llamaban "El señor de los texos" dada su defensa de los árboles -su deseo era descansar bajo el de Paragües, en la sierra de Peñamayor, uno de los que plantó y su favorito al haber crecido entre rocas-, y Ana López corrobora que, efectivamente, "era todo un señor", y tenía "un respeto y un cariño por la naturaleza que deberíamos copiar". El párroco José Manuel Francisco Fueyo habló de Mable como un ejemplo, "una de esas personas a las que no es suficiente elogiarlas sino, fijándonos en ellas, intentemos imitarlas". Y destacó la contribución de Mable a que permanezcan los tejos, árboles muy representativos de la zona cantábrica, que fueron objeto de su devoción. El cura insistió en la necesidad de que todos cuidemos de nuestra casa común, ya que, "como dijo el papa Francisco, cuando una especie desaparece, algo de nosotros desaparece". Fueyo sostuvo, asimismo, que los pequeños gestos contribuyen a mejorar nuestro entorno, y el fallecido "ayudó a que así fuera con sus acciones".

Ahora, el concejo de Bimenes prepara lo que será un homenaje póstumo a Amable Vallina: la plantación de 97 tejos, uno por cada año que cumplió el que ya quedará para la historia como uno de sus grandes defensores. Esto está pendiente de que se lleven a cabo diversas gestiones administrativas, y la fecha está todavía por decidir. También se consultará con la familia el depósito de sus cenizas en Paragües. Una buena manera de honrar su memoria.