Enzo coge su bici y recorre Villanueva a pedaladas, libre, juega un rato en la plaza, charla con algún vecino -todos le vigilan de cerca- y ya hasta sabe que va a llover cuando las nubes llegan por el alto de Grandamiana. Así es la vida de los niños en los pueblos y ese es el motivo de muchas de las familias jóvenes que se han asentado en Santo Adriano: ofrecer un desarrollo vital a sus hijos lejos del asfalto y el salón de casa. Y en la misma línea va también el grupo de crianza que han formado y que se reúne todos los jueves en las antiguas escuelas de la localidad. Una pequeña comunidad de apoyo para tejer redes.
"En la zona rural no hay tantos servicios como pasa en las ciudades, por eso las familias con críos asentadas en la zona nos juntamos para suplirlo y crear una red de apoyo mutuo", explica Cristina López. En las escuelinas comparten experiencias y dudas sobre el embarazo, lactancia y crianza, y realizan actividades formativas abiertas a todos los vecinos.
"El grupo nos ayuda mucho a avanzar cuando estamos en estas etapas de crecimiento, que a veces son duras, y ves que a los demás les pasa lo mismo que a ti", explica Vanesa Muñiz, la madre de Enzo. El espacio fue cedido por el Ayuntamiento y la asociación de vecinos cambió el suelo, que era de baldosa y frío. Han montado una biblioteca infantil y zona de juegos. Lo primero que adquirieron fueron instrumentos musicales de juguete, que son los preferidos de los más pequeños.
"Siempre quisimos una casa y de vivir en la ciudad a aquí... no tiene nada qué ver. El mayor tiene más libertad, pero está controlado por todo el mundo", comenta Muñiz. Una opinión que comparte con Cantia Gutiérrez, madre de otro de los pequeños. Lo único que lamentan las familias del concejo es "la falta de políticas reales para que las familias se asienten en el medio rural, no se incentiva la venta o alquiler de las casas antiguas, es un concejo atractivo pero no hay vivienda", concluye López.
