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Siero | Así es mi oficio

Con el chigre en la cabeza

Alejandro Meana Martínez abrió hace 20 años el bar La Teya a falta de otra perspectiva laboral y hoy se confiesa enganchado a su profesión

Alejandro Meana Martínez, responsable del bar La Teya de la Pola. MANUEL NOVAL MORO

Alejandro Meana Martínez contaba 22 años cuando, en el año 1997, a falta de perspectiva laboral, decidió abrir, con la ayuda de su padre, el bar La Teya de la Pola. Por entonces no tenía especial pasión ni interés por la hostelería, pero con el tiempo le fue atrayendo cada vez más: "Vas aficionándote, fijándote en los demás, tanto en lo bueno como en lo malo, y, aunque es un oficio bastante esclavo, llega un punto en el que te engancha; muchos días de descanso acabo pasando por el bar, me dicen que estoy chiflado", asegura.

Con todo, no se considera un hostelero profesional. "Como mucho, soy un chigreru al que le gusta lo que hace", dice, aunque lo cierto es que ha intentado siempre hacer cosas pioneras.

En estos veinte años de trayectoria, que celebrará en su bar con una fiesta por todo lo alto, ha visto muchos altibajos, y sostiene que todo le ha servido: "los momentos bajos te hacen crecer".

Una de las cosas curiosas de su trayectoria es que vio venir la crisis. "No es que viera la parte política, ni la financiera, ni nada; simplemente, empecé a ver que había demasiada construcción y pensé que en algún momento tendría que parar", relata. Entonces, hacia 2006, cuando tenía a su cargo 12 camareros, empezó a reducir paulatinamente la plantilla hasta quedar en seis. Justo cuando estaba en este número, estalló la crisis. Pasó de dar entre ochenta y cien menús al día a dar treinta.

Por entonces empezó con una dinámica que dura hasta hoy, y que puede decirse que ha sido el fruto positivo de la crisis. Él está siempre innovando, buscando cosas con las que satisfacer a sus clientes. "Aquello de antes que abrías un bar y ya se te llenaba de gente murió; ahora hay que ser, por lo menos, un buen chigreru", señala.

Por ejemplo, fue pionero en algo que hoy se ha extendido por todas partes, lo de dar tapa con la consumición. También en poner televisores por todas las esquinas para los partidos, y en etiquetar su propio vino. Cada tanto viaja para observar lo que se hace en otras partes, y lo que le gusta, lo adopta. Su bar patrocina equipos de todos los deportes. Y colabora con toda iniciativa que se haga en la Pola. "Todo lo que hagan la Asamblea Gastronómica y Festejos, yo participo; pero no solo ellos, creo que cualquiera que haga algo por la Pola hay que apoyarlo, y critico al que no lo haga".

Ese es, a su juicio, el debe de la hostelería en la Pola: más unión, más trabajo en común, porque lo que beneficia a uno acaba beneficiándolos a todos. Su aspiración es seguir creciendo en el negocio y ahondar en algo que, a su juicio, es fundamental: meterse en la cabeza de la gente, darles lo que quieren.

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