Las propietarias del Matadero Central de Asturias, Marta y Cristina Sánchez García, califican las declaraciones de Manuel del Busto, presdiente de la Asociación de Mayoristas, Mataderos y Salas de Despiece de Asturias, a LA NUEVA ESPAÑA, de "más propias de una pataleta". En concreto, Del Busto incide en que las licencias del macelo de Noreña "no están en vigor". El colectivo que preside solicitó la suspensión de la actividad hasta que los permisos estuviesen en regla.

Las empresarias achacan esta acusación a que, "durante tres años, permaneció como único abanderado dentro del sector, sin apenas competencia geográfica ni de capacidad". Así que le piden que "no interfiera" en su negocio, del grupo Panero. Le instan a que "no siembre, que es lo que pretende, la duda entre aquellos profesionales del sector a la hora de utilizar los servicios del Matadero Central de Asturias". Defienden que trabajan con "profesionalidad y garantía de producto, ofreciendo un servicio eficiente y de calidad".

Asimismo, Marta y Cristina Sánchez García aclaran que la relación que mantienen con la administración regional y con el Ayuntamiento "es, desde el principio, lícita y clara". Reiteran que, en su denuncia, Del Busto ha utilizado "las armas del desprestigio y la difamación", traspasando la competencia empresarial.

Aunque los responsables municipales no se han pronunciado por el momento, sí es cierto que el Ayuntamiento abrió un expediente al Matadero Central y ordenó parar las obras de construcción de un surtidor de gas en el recinto por carecer de permiso.

Los antiguos trabajadores del macelo de Noreña apoyan la actividad que está desarrollando el Grupo Panero. Cargan también contra Manuel del Busto. "Resulta curiosa, y entre cómica, penosa y patética, que sea la única manera que se le ocurre para frenar la fuga y la pérdida de clientes que está sufriendo", aseguran, y agregan que los seguirá perdiendo porque "hay profesionales a los que está y estuvo intentando de alguna manera coaccionar para que continuasen trabajando con sus empresas", y "lo hacían porque no había alternativa, no por el servicio y, sobre todo, por el trato que les ofrecía", dicen en defensa del nuevo matadero.