No sólo fue testigo de cómo Lugones pasó de ser "una aldea con poco más de ocho caserías" a "la aldea global" -como le gusta decir- de hoy en día, sino que, además, lo contó. Sobre todo, a través de LA NUEVA ESPAÑA. Por eso, y por haber defendido y luchado por los intereses de Lugones y sus habitantes a través de sus cientos de artículos, José Antonio Coppen será nombrado hoy cronista oficial de la localidad por el Pleno. "Una satisfacción enorme" y un nombramiento "que marca un hito en la historia del pueblo".

- ¿Qué llevo a José Antonio Coppen, jefe de compras y de personal de una gran empresa, a ponerse a escribir artículos de opinión sobre Lugones hace medio siglo?

-La falta de interés político que había en el concejo sobre el pueblo. En los años sesenta sólo se pensaba en la capital. Pasaban los años y no había propuestas para mejorar Lugones. Fue por eso por lo que me decidí a escribir. Primero, en el diario "Región", ya desaparecido, y posteriormente, y ya con más intensidad, en LA NUEVA ESPAÑA. Siempre procuré dar la cara por Lugones, que no es lo mismo que tener cara (ríe).

- Dicen que el que da la cara es quien recibe las bofetadas. ¿Se llevó muchas?

-No, la verdad es que no. Más bien, todo lo contrario. En este sentido, siempre recuerdo una anécdota. Hace años estaba en El Bayu viendo un partido del Siero contra el Atlético Lugones. Al descanso se me acercó un hombre y me dijo: "¿Es usted José Antonio Coppen? Le felicito, es el único que da la cara de todo el concejo". Ahí me percaté de que yo era un poco Quijote.

- ¿Es más de Sancho o de don Quijote?

-Siempre me atrajo más la figura de don Quijote.

- ¿Y con los alcaldes? ¿Tuvo encontronazos?

-Debo decir que mi relación con ellos siempre fue buena. Incluso con Manuel Marino Villa, que fue con el que más crítico fui, siempre tuve una relación de mucho respeto. Simplemente, yo consideraba que tenía que criticar algo y di la cara.

- Atacó desde el papel, pero también desde la política, vinculado a Conceyu.

-Hay quien dice que yo era el ideólogo del partido, pero nada más lejos de la realidad. Sí es cierto que estaba involucrado y que marcaba alguna directriz. Pero como hacían muchos otros compañeros.

- ¿Le hubiese gustado ser concejal?

-Todo lo contrario. De hecho, siempre dije que yo lo único que pedía era no serlo. Estuve en alguna lista, pero en los puestos bajos, que ya sabíamos que no iban a salir. Lo mío no es la política, a mí me gusta la cultura, escribir...

- ¿Cómo de importante fue la irrupción de Conceyu para que Lugones ganase peso dentro del municipio?

-Sirvió de mucho. En los dos primeros mandatos (1991 y 1995), pese a tener tres y dos concejales, respectivamente, no sirvió de nada. Pero en las dos siguientes, aunque sólo sacamos un concejal, sí. Conseguimos ser partido llave en la época de Corrales y ahí logramos muchas cosas. Aquello fue un milagro.

- ¿Tanto peso tuvieron?

-La verdad es que sí. Recuerdo en este sentido una anécdota, de cuando estábamos negociando los términos del pacto del segundo mandato en el que fuimos llave (2003). Hicimos una batería de peticiones. La última era la construcción de una piscina climatizada. Decíamos: "¿Cómo vamos a pedir una piscina climatizada? No nos lo van a aceptar". Y, al final, fue lo primero que construyeron. Conseguimos muchas cosas. Pasamos de tener una localidad sin instalaciones deportivas y con muchas carencias que, afortunadamente, se subsanaron.

- ¿Por qué perdió fuerza Conceyu?

-Estaba muy ligado a la asociación de vecinos "San Félix" y también a Joaquín Álvarez, el que fue su presidente. Una vez se diluyó la entidad, aquello empezó a desaparecer.

- ¿Lugones ya no tiene la necesidad de tener un partido propio, como ocurre, por ejemplo, en La Fresneda?

-No tanto como antes, desde luego. Ahora, afortunadamente, el Ayuntamiento se preocupa mucho más por Lugones.

- Habla de las "victorias" con Conceyu, pero usted, ¿logró alguna desde su máquina de escribir?

-Una de las cosas que reclamé con más insistencia, y que se acabó por hacer, fue la construcción de una Casa de Cultura, que no llegó hasta 1973. Pero aquí como se consiguieron muchas cosas fue a través del movimiento asociativo. Se consiguió para la instalación de una incineradora y para cerrar la Mersa (empresa de dolomía). Lugones tiene méritos para ser "Pueblo Ejemplar".

- ¿Cuáles son las principales carencias en 2018?

-Con la construcción de la residencia de ancianos del ERA creo que las necesidades básicas de la localidad estarán cubiertas. Ahora hay que embellecer el pueblo, algo en lo que también se ha avanzado, por ejemplo, con la construcción del bulevar. Afortunadamente, todo ha cambiado mucho, y para mejor.

- Quién le iba a decir hace 50 años que a estas alturas en Lugones iban a estar celebrando el Año Nuevo chino.

-Sí, parece increíble. Esto es consecuencia de pertenecer a lo que denominan como "aldea global": hay que tomarlo y aceptarlo como algo bueno. Además, en este sentido, Lugones es un pueblo modélico. No hay ningún tipo de discriminación, la convivencia es intachable, y eso que, como a mí me gusta decir, ya somos una población multicultural.