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La construcción en la zona rural deja a Siero sin pastos para los animales

"Cada vez hay menos terreno y los precios se disparan", aseguran los ganaderos

Isabel Antuña, con sus caballos en la finca de Argüelles. MANUEL NOVAL MORO

Una de las grandezas del concejo de Siero radica en que, gracias a su ubicación y su orografía, conviven en su territorio suelo industrial y rural, zonas urbanas y áreas de pastos con ganado.

Sin embargo, esa ubicación, que proporciona una ventaja residencial para quien quiere huir del tráfago de la ciudad sin alejarse demasiado, está empezando a ser un inconveniente para la ganadería porque hace que las zonas de pasto escaseen cada vez más y, en consecuencia, encarece las que están disponibles.

Así lo asegura Isabel Antuña, propietaria de caballos y ponis que está encontrando dificultades para hallar terrenos de pasto en el concejo. Actualmente, tiene tres fincas, dos en la parroquia de Argüelles y una en La Paranza, que suman en torno a tres hectáreas y media, pero son insuficientes, y desde hace varias semanas está buscando otras fincas para poder alimentar debidamente a sus reses, sin mucho éxito. Han llamado a vecinos y han puesto carteles, pero, por el momento, no han recibido respuesta.

"El problema es que hay cada vez menos terreno; cada vez se construye más en la zona rural, y entonces, a más viviendas, menos terreno de pasto, y como hay tan poco, los precios se disparan", sostiene.

Por otra parte, dentro de lo que cabe, hay bastante competencia, porque existen numerosas explotaciones de carne y de leche en la zona centro. La ubicación resulta, en estos casos, también muy atractiva. Y todo lo que es demanda de pastizales significa que los precios se disparan.

En otras zonas, tanto en Oriente como en Occidente, no hay ningún problema para conseguir terrenos de pasto. "Es más, hay mucha gente que lo que busca es tener alguien que le mantenga la finca, puedes conseguir terrenos de pasto gratuitos; pero es más normal porque en esos otros concejos hay mucho terreno sin explotar, y la gente quiere tenerlo en buenas condiciones", señala.

A esta relativa escasez de fincas para pastos en la zona centro hay que sumar los daños provocados por el jabalí, que son cuantiosos y, por desgracia, demasiado habituales.

"Encima de que hay pocas fincas disponibles, tenemos este problema tan tremendo del jabalí, que te deja los terrenos destrozados; en una de las fincas que tenía para pastos entraron los jabalís y la arrasaron, está toda la tierra levantada como si la hubieran pasado con un arado; esta finca la teníamos reservada por el invierno para los pastos, y ahora tendremos que buscar otros recursos", explica Isabel Antuña.

Ahora está a la espera de que aparezca algún propietario dispuesto a ofrecerle su finca para tener en ella los animales. Entretanto, tiene que lidiar con las limitaciones de un concejo cada vez más residencial.

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