Argentina Bernardo Figar se plantó en Ambás (Grado) a principios de los sesenta del siglo pasado con su marido y sus dos hijos para dar clase. Era la maestra del pueblo. Clases con niños de todas las edades y con pocos medios, pero con las que consiguió que muchos de sus alumnos llegasen a la Universidad. Así lo contó ayer en la conferencia "Vivencias de una maestra en Los Víos y en Ambás", dentro de la décima edición de las Jornadas de Estudios Locales que organizan el Círculo de Estudios Pramarenses y el Museo Etnográfico.

- ¿Cuáles son los mejores recuerdos que guarda de su etapa en Grado?

-Tengo recuerdos de Los Víos y de Ambás, pero son diferentes. De Los Víos, yo tenía 5 o 6 años, viví porque mi padre, Fructuoso Bernardo Baizán, era el maestro. Y, luego, en Ambás, ya estaba casada y con mis dos hijos. Pero lo que tienen en común es la solidaridad, el apoyo y la ayuda de las gentes de estos pueblos, quienes nos recibieron extraordinariamente bien, en los dos lados. Éramos cuatro hermanos; me quedó grabado que marchamos por el fallecimiento de mi hermano mayor, por una apendicitis. Fíjate si la solidaridad era cierta que fuimos dos veranos de vacaciones a Los Víos, donde nos quedamos con dos familias diferentes.

- ¿Cómo fue la etapa en Ambás, ya como maestra?

-Estuve dos o tres años porque no había vivienda. Estaba en una casa con la habitación alquilada y derecho a cocina. Luego ya me fui a Las Regueras, a una escuela mixta, y después estuve en el colegio, ya como directora, y allí terminé mi período en la enseñanza, me jubilé en el año 2000. Hace nada.

- ¿Cómo ha cambiado la educación?

-No tiene nada que ver en absoluto. Tengo una foto de mi padre en Los Víos con sesenta alumnos y todos de distintas edades. Imagínate mantener el orden. Ahora tienen todas las comodidades: pizarras, libros, ordenadores... pero, antes, con una pizarra, los pizarrines y los mapas lo aprendíamos todo.

- ¿Qué recomendaría a un maestro novel?

-Las penurias que pasábamos, ahora no las saben. La primera vez que trabajé, en un pueblo de Tineo, tendría 22 años. Estaba la escuela en una casa particular, con bar y cocina abajo y, encima, el aula. Y a la derecha estaba la habitación de la maestra, sin servicio. Y encima había dos matrimonios. Allí me planté.

- Pero se aprendía...

-Sí, y quiero destacar a mi padre, que fue promotor educacional y cultural en Los Víos. Preparó a unos cuantos alumnos con clases libres, que luego venían a examinarse a Grado, a lo que es hoy la Escuela de Música. Finalizaron sus carreras. En Ambás también preparé yo a algunos alumnos con clases libres.

- ¿Sigue ligada al concejo?

-Grado forma parte de mi vida, son recuerdos que tengo grabados intensamente. No es el pueblo donde nací, Llamas de Aller, pero sí es mi segundo pueblo. A Ambás voy como si fuera a ver a la familia. Voy a todos los eventos que se organizan, a todas horas. Últimamente también fui bastante a Los Víos, a charlar o a sacar unas fotos. Me encanta, y lo demuestro alto y fuerte. El mercado de Grado es un recuerdo que va conmigo siempre, no tenía nada que ver con los mercados de otros sitios. Lo recuerdo todo, el carro, los caminos... son grandes recuerdos.