La sierense María González Arbesú, de 30 años, integra la nueva generación de asturianos que decide apostar por el campo. Esta madre de familia decidió continuar con la tradición ganadera de sus padres y de su esposo porque consideró que era un trabajo que le permitiría conciliar la vida laboral con la personal, pues tiene una niña de cuatro años y un bebé de tan sólo 22 días. Por lo que ahora se encuentra de baja maternal.
Tiene una ganadería de cien cabezas de vacuno de aptitud cárnica porque requieren menos dedicación que las de producción lechera. "Además, por el verano están en el prau y no dan tanto que hacer", razona la joven. Reconoce que la solución para dedicarse a la ganadería es tener una explotación de al menos un centenar de animales porque es cuando empieza a ser rentable. "Antes con 20 o 30 vacas, una familia vivía, ahora no", reconoce. Argumenta que se debe a que "el ganado vale menos, tienes que adelantar tú el dinero de las ayudas que te dan y mucha gente no se atreve..."
No obstante, aunque María González tiene una explotación de cien animales, reconoce que sólo de la ganadería no podrían vivir. "Por ejemplo, el año pasado en una semana murieron siete animales por malos partos y ahí se te fue la ganancia de los xatos", razona la joven la ganadera.
"A partir de cien animales ya puede ser rentable", reconoce. Agrega que "ahora las fincas cuestan, pues antes podías meter las vacas en el prau de algún vecino", pero no sólo eso, antaño también había quien te dejara la cuadra y "ahora todo es a base de pagar y para que sea rentable tienes que tener muchas hectáreas". María González Arbesú considera que "cada vez hay más mujeres" ganaderas.
