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Villabona homenajea su memoria

"Antes había industria y mucha gente", recuerdan Maruja Fernández, Gloria Peláez y Jesús Penas, protagonistas en la comida de hermandad

Gloria Peláez, Maruja Fernández y Jesús Penas, en el domicilio de Villabona de los dos últimos. A. F. V.

Aunque ahora es un ejemplo más del éxodo rural en Asturias, no hace tanto, apenas medio siglo, Villabona era una de las localidades más pujantes de la zona central asturiana. "Había industria, bares y mucha gente", recuerdan los mayores, que todavía se juntan y hacen memoria de algunas de las muchas anécdotas que vivieron a aquella Villabona en la que sobraba gente. Para fomentar y mantener viva la memoria y unión de pueblo, la asociación de vecinos organiza mañana una comida en la que homenajearán a ocho de sus mayores.

A sus casi 86 años, Maruja Fernández, Jesús Penas y Gloria Peláez "La Nena" son tres de los homenajeados que fueron testigos del auge y crisis de la parroquia. "Antes todas las casas estaban habitadas y había muchísima gente. Tanto por el pueblo como arriba, donde la estación de tren. Ahora no queda nada de eso. Lo mismo con los bares, llegó a haber hasta ocho", recuerdan.

Uno de los muchos bares-tienda que poblaban Villabona fue regentado por Maruja Fernández, quien llegó a la localidad llanerense desde La Arquera, una aldea de Salas, tras casarse con el también homenajeado Penas. "De aquella no había luz ni agua corriente en las casas. Teníamos que ir al pozo a por ella. Eso sí, había mucha gente", recuerda desde lo que hace 20 años era su negocio hostelero, hoy convertido el salón de su casa.

Tampoco Penas era de Villabona. Natural de Vila de Cruces (Pontevedra), llegó a Asturias tras trabajar en los Pirineos. Era la época de construcción de Ensidesa (Avilés) y allí trabajó de campanero. Hombre versátil, decidió dejar el peligroso oficio de los montajes y llegó a Llanera, donde trabajó en el desdoblamiento del túnel de la Renfe en Lugo y de zapatero; hasta que compró un camión y se hizo transportista. "Por aquel entonces había cerca de 300 personas renovando la línea ferroviaria, 200 en la minería... Hasta el año 2000 todavía había gente; luego poco a poco la cosa empezó a bajar", relata.

"Unos marcharon, algunos quedamos aquí y otros están en Veyo", apunta con humor Peláez, en clara referencia al cementerio local. "La Nena", de Villabona de pura cepa, también recuerda cómo a mediados del siglo pasado su pueblo comenzó a llenarse de gente. "A los de fuera los llamábamos 'coreanos'. Vinieron muchos", afirma con una sonrisa y una mirada pícara a sus vecinos de puerta, a los que está muy unida.

Aunque foráneos, los "coreanos" pronto se hicieron tan de Villabona como el que más. Y, como no podía ser de otra manera, se involucraron en aquella dinámica sociedad. Un claro ejemplo de ello es Fernández. A finales de la década de los 80 , el Villabona Club de Fútbol estaba al borde de la desaparición y sin que nadie se quisiese hacer cargo de él. La por entonces hostelera decidió dar un paso al frente y tomar las riendas de la entidad, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres de España en presidir un equipo de balompié.

"Once años estuve peleando. Llevé muchos disgustos, aunque puedo decir que conocí Asturias gracias al fútbol", explica Fernández con pasión, al tiempo que señala la fotografía de un once del Villabona, club del que ya sólo quedan las porterías aún en pie en el campo de La Cucona, que aún tiene colgada en la pared de su casa.

Además de por ser una de las primeras mujeres presidentas, Fernández también era conocida en buena parte del Principado por la intensidad con la que vivía los partidos. Faceta que, incluso, le llevó a provocar algún suceso entre lo cómico y lo esperpéntico. "Una vez tuve un jaleo con un árbitro. Vino a jugar el Langreo y nos pitó muy mal. Cogí un palo y cuando el árbitro estaba en el vestuario empecé a pegar a la pared. Vino la Guardia Civil y ya se calmó todo", explica entre las risas de sus vecinos, sobre un suceso "del que se llegaron a hacer eco medios nacionales".

Al final, pocos o muchos, el día a día de la Villabona actual, "en la que todo son pensionistas", es ésa: "Estar con los vecinos y cuidar unos de otros" además de, por supuesto, disfrutar. A buen seguro mañana también lo harán. La cosa promete, ya son más de 120 los vecinos y familiares que participarán en el homenaje.

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