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Teverga, refugio de fauna prehistórica

El Parque de la Prehistoria muestra en vivo caballos, bisontes y uros prehistóricos, así como un rebaño de ciervos y gamos, que estos días cautivan a los turistas

Teverga, refugio de fauna prehistórica

En los verdes valles de San Salvador de Alesga (Teverga) hay una suerte de refugio de fauna prehistórica. Es como si el progreso y el tiempo no hubieran afectado al lugar para dar asilo a los animales que camparon a sus anchas por la Europa prehistórica y fueron representados en las pinturas rupestres de las cuevas. Un conjunto de ejemplares que son uno de los principales reclamos del centro y, sin duda, lo que más gusta a grandes y pequeños. Este puente festivo está a rebosar de visitas y actividades.

Los últimos en llegar han sido una pareja de bisontes europeos, que se han unido a la hembra que ya había en el recinto. Y parece que hacen buenas migas y podrían reproducirse en Teverga, donde ya nació el bisonte "Astur", que ahora hace las veces de macho alfa en un centro de Aragón para fortalecer la especie, de la que apenas quedan seis mil ejemplares en el mundo. "Tienen un potencial natural inigualable mejorando el entorno donde vive al consumir hasta 32 kilos de material vegetal al día", precisa la guía, Alba Hevia.

Son enormes como lo son también los uros de Heck o neouros, una reproducción genética realizada por dos nazis en la década de los años treinta el siglo XX, los hermanos Heck, que trata de recrear el uro, el antepasado salvaje de todas las vacas extinto en el siglo XVII. "Son animales ariscos y esquivos, manteniendo un grado de salvajismo similar a la de sus antecesores", precisa Hevia. Unos animales que están en representados en los yacimientos arqueológicos y pinturas rupestres de toda Indoeuropa.

Bisontes y neouros son las especies más grandes que hay en el Parque, pero no los más amigables. Los caballos Przewalski son los más queridos de los visitantes pues siempre acuden a saludar a pie de la alambrada electrificada. "Son los únicos caballos considerados salvajes y se diferencian de la mayor parte de sus congéneres domésticos por la estructura de su cráneo, con una cabeza grande y pesada, un perfil convexo y orejas largas", dice la guía. Al igual que los bisontes, están en peligro de extinción y quedan 1.500 ejemplares en el mundo.

También cada día más amigables pero aún un poco ariscos y asustadizos están los ciervos y gamos. Son dos de las especies más representadas en los dibujos parietales de las cuevas prehistóricas, que en el equipamiento se pueden disfrutar en la reproducción de las pinturas rupestres que hay en las cavernas de Asturias. "Cada vez se dejan ver más", señala Hevia, ya que los primeros días permanecieron escondidos entre los árboles. Pero ya se han adaptado a la perfección e incluso posan para las fotografías de los visitantes.

"Son ciervos de gran tamaño, sólo menores que los alces americanos y asiáticos y el enorme wapiti, su antecesor el ciervo gigante se extinguió en Europa hace unos 10.000 años en la última glaciación y era coetáneo del bisonte europeo", explica la guía.

Por su parte, los gamos son una especie que se vio relegada a la región mediterránea tras la glaciación, no pudiendo recolonizar el continente de forma natural. Al norte de España vuelven con el Imperio Romano hace 2.000 años y hoy en día se encuentran en libertad en la sierra del Sueve. "Se diferencia del ciervo común en su menor tamaño, sus astas palmeadas y su manto de pelo pardo-rojizo salpicado de motas blancas en primavera y verano y, al igual que éste, es herbívoro y presenta un notable dimorfismo sexual, únicamente los machos tienen astas que están inclinadas hacia atrás y presentan tres candiles y una zona palmeada", precisó Hevia.

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