Las víctimas del franquismo en Carreño tendrán su espacio de homenaje en Candás ocho décadas después del asesinato de Les Candases, en 1938. Los descendientes de las mujeres arrojadas a los acantilados del Cabo Peñas y la alcaldesa de Carreño, Amelia Fernández, se reunieron para concretar el reconocimiento a las ocho víctimas, trabajadoras de las conserveras de Candás.

El 2 de junio de 1938 ocho mujeres eran trasladadas por un grupo de falangistas desde Candás al Cabo Peñas en un camión. Allí fueron fusiladas y arrojadas a los acantilados, arrastradas después por el mar. Seis de los cadáveres fueron devueltos por el mar y se recuperaron en los días siguientes, pero dos nunca aparecieron. Dos de los cuerpos recuperados se trasladaron al cementerio de Luanco, otro al de Viodo y tres a Bañugues, para ser enterradas en fosas.

Ochenta años después, una placa recordará a Les Candases en el cementerio de la villa desde la que partieron a la muerte. Los descendientes de aquellas mujeres llegaron a ese acuerdo con Amelia Fernández para rendirles homenaje en un acto que se celebrará a mediados del mes de julio, "probablemente el 14", explica Sonia Santoveña, bisnieta de María Fernández, "la Papona", una de las mujeres represaliadas. En la reunión con la alcaldesa estuvieron también presentes María Concepción Fernández nieta de "la Papona", Luis Miguel Cuervo (de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica), Tina Rodríguez (nieta de Rosaura Muñiz, una de Les Candases) y Remedios López (descendiente de Áurea Artime y Balbina López).

De la reunión salió la idea de homenajear no sólo a estas mujeres, sino a los 200 represaliados por la dictadura en el concejo. Para ello, se levantará en el parque de San Antonio un Muro del Recuerdo con todos los nombres de las víctimas carreñenses, junto a un bosque que llevará el nombre de Les Candases. En la inauguración del espacio, Luis Miguel Cuervo pronunciará una conferencia y se regalará un libro que este autor está culminando sobre la represión en Carreño.

Los actos no quitan el dolor, pero los descendientes están "ilusionados" con esta reparación.