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Quirós no teme al teixo

Los vecinos de más edad del concejo recuerdan los múltiples usos del árbol tóxico, aún conmocionados por la muerte por intoxicación de la estudiante letona

Chelo Álvarez y Manolo Alonso, delante del teixo de Bermiego. ROBERTO F. OSORIO

La desgraciada muerte en Eros de Megija Bogdanovica, una joven estudiante letona, por intoxicación provocada por el consumo de hojas de tejo ha dejado conmocionado al pequeño y tranquilo concejo de Quirós. Sin embargo, los quirosanos no temen al tejo, ese árbol tan cercano, querido y usado a lo largo de los siglos.

En muchos pueblos del municipio, quizás la mayoría, existen ejemplares de teixo, de distinto tamaño, en algún rincón de su geografía más cercana. Iglesias como la de Casares, Muriel.los, Perueño, Faedo o el más famoso, el gran teixo de Bermiego, presuponen un culto precristiano en el lugar donde se ubican los actuales templos.

En dichos espacios se solían realizar las reuniones de vecinos, a la salida de las misas, o cuando se convocaba reunión de concecho o xunta. Los vecinos más veteranos de Bermiego recuerdan esas concentraciones que decidían el destino del pueblo, pues se ordenaban las sextaferias o labores comunitarias, se decidían decisiones comunes respecto a vecinos o conflictos con otros pueblos.

Manolo Alonso y Chelo Álvarez, vecinos de Bermiego, de 79 años, tienen viva la imagen siendo niños cuando "en septiembre subíamos un montón de guajes árbol arriba, andábamos por las ramas a por los moquillos (fruto del tejo)". Eran tiempos de hambre y aprovechamiento total de los recursos: "los comíamos con pepita y todo, que fartucaba mas", corroboran ambos, aunque les habían comentado que "si se machacaba la parte dura y se consumía te podías drogar", vinculado con toda probabilidad con la aparición de alucinaciones.

Dos vecinas de Ricao, Solina García, de 97 años, y Edelmira Fernández, de 80 años, desconocían el poder tóxico del tejo, pues toda la vida convivieron con él de forma casi permanente. En la braña de Las Infiestas, perteneciente al pueblo, la mayor parte de las fincas están cerradas con postes de tejo. En décadas pasadas se cortaban los grandes árboles y hacían postes para los cierres. Arturo Fernández, de 87 años y de Ricao, destaca la gran durabilidad de la madera, pues se decía "la madera de teixo dura tanto como el hierro". Comenta cómo dormían, en la braña Chaseiru, encima de ramas de tejo y de piorno, que les hacían de colchón. Este vecino conoce cierres de tejo en fincas con más de un siglo. La madera también se empleaba en los tejados de cuadras, cabañas e incluso la capilla de Trobaniello cuenta con piezas de tejo en la cubierta.

Edelmira rememora el cierre de un corral para las vacas en su finca del Toral, junto con su marido Andrés: "bajamos muchos postes de teixo, al hombro, para hacer el corral, y las vacas estaban en contacto permanente con esas maderas". Incluso se empleaba esa madera en los ramos de pan en las fiestas. Edelmira es natural de Cortes y allí, en una fiesta de San Melchor, en la década de los cincuenta del siglo pasado, se empleó una rama de tejo para colgar el pan que subastaba en la celebración. La madera de tejo también se emplea en talla o tornería, son muchos los quirosanos aficionados a este manejo de la madera y nadie de los consultados apreció ningún problema en su manejo.

El tejo también está presente en la toponimia de todo Quirós, sobre todo en los pueblos altos y en zonas alejadas de las aldeas. La Mortera del Teixo, La Teixal, El Chanu los Teixos, el Cantu los Teixos o la Fonte del Teixo son algunos de esos fitotopónimos presentes.

Los tejos en Quirós no llegan a conformar manchas boscosas de entidad, tan solo concentraciones en distintos lugares, la mayor parte de las veces vinculados a la presencia de roca caliza. El uso ancestral frenó su crecimiento o redujo los bosques que existían siglos atrás. Los quirosanos seguirán conviviendo con sus teixos sin temor, pero quizás con un poco mas de precaución después de este infausto suceso de Eros.

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