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El tesoro del bar de la piscina

Un grupo de aficionados a la detección de metales limpia el área y halla chapas, pesetas, euros y 100 colones costarricenses

Avelino Álvarez y Alejandro Pendones con un detector y una pala para la búsqueda

Chapas de botellas de hoy, de la década de los ochenta del siglo XX, un mechero, un trozo de una llueca, monedas de euro, de peseta y hasta cien colones de Costa Rica. Eso es lo que encontró bajo tierra el grupo de voluntarios que realizó una limpieza ecológica en el entorno del bar de la piscina municipal de verano de Grado, a iniciativa del moscón Iván Hevia, aficionado a la búsqueda con el detector de metales y cuya afición contagia a través de su canal de Youtube. La próxima limpieza será en El Frontón.

"Son zonas públicas, con muchos niños, y hay mucho material metálico, y hasta cristales que son peligrosos; por eso pedí permiso al Ayuntamiento para hacer una limpieza ecológica de esas dos zonas usadas por los críos y descontaminarlas, me dieron el permiso y aquí estamos un grupo de aficionados a la detección retirando todo", explica Hevia, quien ya tiene fama como "cazatesoros" tras hallar y entregar varias piezas de joyería perdidas. También ha encontrado granadas y armamento de la Guerra Civil, del que da cuenta a la Guardia Civil.

"Y si encontramos algo que pueda tener valor o monedas antiguas que verdaderamente tienen un valor histórico, las entregamos a Patrimonio, hay que ser escrupuloso con eso porque lo hacemos sin ánimo de lucro, por simple afición", detalla. Para dejar el espacio del bar de la piscina como nuevo, descontaminado de metales, estuvo acompañado por otros cuatro aficionados: Pablo García, Daniel Menéndez, Avelino Álvarez y Alejandro Pendones.

"De momento, saco pesetas nada más, y éstos forrándose a euros", bromeó el pasado martes Pablo García, durante la limpieza ecológica. Este vecino de Gijón lleva años en la detección de metales y fue quien halló un mechero antiguo que, por la inscripción grabada en una de las caras, concluyó que era de los años cuarenta o cincuenta.

Al poco, su detector pitó de nuevo y Hevia le ayudó a encontrar la pieza, unas monedas de céntimos de euro, con un detector de mano, más preciso a corta distancia e ideal para verificar una zona pequeña previamente detectada. "Si va aumentando el ritmo del pitido es que está ahí", precisó Hevia.

Con sus detectores quedarán de nuevo próximamente para lustrar la zona verde que rodea El Frontón, muy frecuentada por jóvenes y adolescentes en la villa moscona. Una afición que comparten con buenos fines, si bien piden más regulación para "los detectadores", ya que consideran que realizan una actividad beneficiosa para todos pero encuentran muchas trabas burocráticas.

Cada vez son más los aficionados a los detectores de metales en Asturias: un pasatiempo al aire libre, que, "a veces, da para tomar luego una cerveza", bromean.

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