Ya se ha derribado el edificio del Bar El Faro de Tazones, que también servía de vivienda, precintado el pasado febrero tras detectarse grietas y daños en su estructura. Un corrimiento de los terrenos cercanos hizo que fuese cediendo el suelo sobre el que se asentaba el inmueble, apareciendo grietas en la estructura del edificio, lo que obligó a desalojar a la familia propietaria del establecimiento, compuesta por una madre y sus dos hijos, que además vivían en el edificio.

El precintado, por los riesgos y ante la imposibilidad de una rehabilitación, resultó ser un acierto, porque hace unos días se vino abajo la parte del edificio dedicada a restaurante. El resto fue derribado por una pala.