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ELENA CARRIL | Coordinadora del centro de salud de Villaviciosa, que cumple 25 años

"La gente viene aquí a buscar la salud, pero está fuera, depende de los hábitos"

"En condiciones normales no tenemos saturación, pero en verano la población se triplica y es más complicado"

Elena Carril, en su consulta en Villaviciosa. MANUEL NOVAL MORO

Elena Carril comenzó su andadura como médico de familia en el centro de salud de Villaviciosa entre los años 1994 y 1996. Cuando llegó, en octubre de 1993, hacía solo unos meses que se había inaugurado. Posteriormente hubo de trasladarse a otros centros de Asturias hasta que, en 2016, tuvo la ocasión de volver y lo hizo. Ahora es la coordinadora del centro, que conmemora su vigésimo quinto aniversario.

- ¿Por qué ha vuelto?

-Porque estaba muy a gusto aquí. Siempre me ha gustado la medicina rural, que es más tranquila, tienes más tiempo para estar con la gente, los pacientes tienen otro tipo de exigencia. No frecuentan tanto al médico, pero lo hacen con más intensidad. Tenemos una población muy mayor y bastante población dependiente, hacemos bastante asistencia en los domicilios, en las zonas rurales. Y eso es lo que me gusta, el contacto que tienes aquí con la gente es muy próximo.

- ¿Está contenta con los servicios del centro?

-Sí. Trabajamos diez médicos, ocho en el centro de salud y dos en el periférico de la Venta les Ranes, diez enfermeras, una pediatra, una auxiliar de enfermería, una fisioterapeuta, una matrona, una odontóloga y una higienista dental. Abre 24 horas, hay un equipo de urgencias de la noche y otro de fines de semana y festivos. La única carencia es que no tenemos ambulancia medicalizada y eso nos limita mucho. Llevamos años pidiéndola.

- ¿Nota saturación en su centro?

-En condiciones normales, no. El problema son los sustitutos. En épocas normales no tenemos lista de espera. Pero en verano la población se triplica y también se triplican las consultas, y siempre hay uno o dos compañeros de vacaciones sin sustituir. Hay más gente y hay menos facultativos, y eso es lo más complicado. Se lleva mal. Pero el resto del año no hay problema.

- La medicina tiende a la prevención, pero ¿sigue el paciente dependiendo mucho del sistema?

-Sí. La gente viene a buscar la salud aquí, pero la salud está fuera, depende de tus hábitos de vida, de tu alimentación, de tu situación socioeconómica, de tu cultura. Hay un montón de circunstancias sociales que van a influir. Es verdad que la gente sigue dependiendo mucho del sanitario. Me pongo malo y voy corriendo. Pero hay mucha patología banal para la que no hace falta venir al médico, como procesos virales, catarrales, diarreas... la mayoría requieren solo autocuidados.

- ¿Ha habido algún cambio significativo?

-Sí, que la medicina es mucho más sofisticada, hay más pruebas diagnósticas y la gente consulta cosas que antes no consultaba porque hay una mayor expectativa, se pueden hacer pruebas para llegar a diagnósticos más finos. Eso hace que tengamos muchas consultas.

- ¿Incluso aunque sea un centro rural?

-Sí. La diferencia es la expectativa que tiene en general la gente. En la ciudad todo va mucho más rápido, la gente consulta mucho, pregunta por todo, busca más rápido la solución, se enfada si hay lista de espera. Aquí la gente viene más tranquila y te puedes parar mucho más tiempo con ellos.

- Da la impresión, no obstante, de que en todas partes lo que quiere la gente es una pastilla que acabe con el problema.

-Hay de todo. Vivimos en una sociedad que te lleva a pensar que todo se compra y todo se vende. pero la salud no se compra, uno la tiene que mantener, y el que por desgracia no la tiene tendrá que venir aquí a obtener un diagnóstico y un tratamiento. Pero, sí, estamos muy acostumbrados a pensar: me pasa algo, voy corriendo que va a haber una pastilla mágica para mí. Se medicaliza todo. Por ejemplo, los problemas de ansiedad, que están en el 30 por ciento de las consultas, dependen muchas veces de la vida misma. No nos han educado para tener capacidad de soportar la frustración. Entonces, ante circunstancias de la vida, enseguida nos hundimos y corremos a que una pastilla nos ayude.

- ¿Y cómo le damos la vuelta a todo esto?

-Los médicos podemos recomendar a los pacientes, pero lo más importante es la prevención: enseñar a los niños a comer bien, a hacer ejercicio desde pequeños o evitar que la gente fume es fundamental. Esa educación se debe dar en la familia y en la escuela. La medicina preventiva no está en el centro de salud sino fuera. Muchas veces que los problemas que tiene la gente son cuestión de hábitos.

- ¿Por ejemplo?

-Dormir. La gente te pide una pastilla, pero lo que tiene son unos hábitos de sueño horribles. Se duermen con la tele, despiertan a la media hora, etcétera.

- Y buscan la solución en el médico.

-La gente viene al médico no solo porque está enferma sino porque tiene algo que le produce una incomodidad. Muchas veces tú distingues si detrás de ello hay una enfermedad o simplemente un mal hábito. Para eso está el médico, eso es lo que haces. Es muy importante hablar con la gente. El problema de la medicina de familia es que tienes muy poco tiempo para discernir, y juegas mucho con la incertidumbre. Muchas enfermedades muy graves empiezan exactamente igual que las banales, y tienes que jugar con muchos factores para determinar si se trata de una o de otra.

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