El resultado de las obras del paseo marítimo de Candás no ha despertado pasiones en la villa. La desconfianza es la sensación que más se percibe. No en la obra realizada, sino desconfianza en que se haya elegido la mejor opción para un paseo que soporta un alto nivel de tráfico rodado, con el paso continuo de autobuses, tanto de línea como turísticos. En los dos extremos del paseo hay hoteles a los que llegan habitualmente viajeros por ese medio. A ello hay que sumarle el paso de camiones y los vehículos de la zona y los de los miles de personas que se acercarán este verano a Candás y su entorno, como cada año por estas fechas.

Aunque también hay quien no quiere mirar al suelo y se fija en "lo guapo que está el paseo", como señala Delfino Iglesias, de Gijón, que pasea al lado del mar y señala la barandilla. "Ya podían poner una así en Gijón, en el muro. Esta barandilla es para siempre", comenta mientras golpea el acero que protege el desnivel.

Francisco Javier Campillo es vecino de la zona y se fija más en lo que afecta al día a día. "Este arreglo que han hecho no llega a octubre", dice. "Si sólo pasasen coches, todavía aguantaría bien, pero con los camiones y autobuses que pasan por aquí, no resiste mucho tiempo sin volver a estar como antes", indica.

"Es un parche". Manuel Luis Fernández lleva toda la vida vinculado familiarmente a Candás y doce años viviendo en la villa. Y cree que es un simple parche porque "no hay una base sólida". También pone el fin del verano como límite: "Esto aguantará hasta octubre, pero hay que encontrar una solución definitiva". Manuel Luis es un paseante habitual de la fachada costera de Candás y ha seguido las obras de cerca: "Hay zonas que ni las han tocado y el firme no está regular, sigue habiendo baches en muchas zonas", comenta señalando algunas irregularidades en el suelo.

Sergio Artime toma una caña en una terraza del puerto tras haber llegado en moto. "Está mejor que antes, es lógico, pero sigue estando muy irregular y con baches, alguno bastante considerable". Tampoco es optimista sobre el resultado: "Pasa demasiado tráfico y no han reforzado nada debajo de los adoquines, no sé cuánto aguantará".

Desde su negocio en Perán, Blanca ha visto la evolución de la obra y la considera "un parche. Ya he visto arreglar este paseo más veces y no se adelanta nada. No hay más que verlo, sigue igual; un poco más arreglado, pero no hay una base".

No todo es malo. Uno de los hosteleros del puerto, Chema, no puede hablar "porque todavía no he pasado por el paseo y no he visto cómo está". Pero sí señala algo positivo: "han arreglado el bache que estaba junto al Marsol". No hay que dar muchas más explicaciones, todo el mundo en Candás conoce el bache, nada más abandonar la pequeña rotonda de acceso al pueblo en dirección al centro urbano. Una pesadilla, pero ahora "es una alegría verlo arreglado, ya no sabías cómo esquivarlo".

La obra está terminada y el acceso a Candás vuelve a recuperar la normalidad. El 7 de septiembre, cuando La Vuelta a España salga del puerto de Candás en dirección a La Camperona, se espera que el paseo esté en perfecto estado. La carrera no pasará por allí, pero sí servirá de parada para los autobuses de los equipos. Antes de ellos, muchos autobuses más pasarán sobre el firme recién rebacheado. El verano será la gran prueba de fuego para ver si el "parche" aguanta.