Mieres / Langreo,

J. A. O.

Los autores del estudio de la Universidad de Madrid consideran que el carbón puede desempeñar un «papel relevante en la estructura energética del presente siglo», pero siempre que su uso se haga «compatible» con los principios de desarrollo sostenible y con la garantía de que tenga «sus funciones adecuadamente redefinidas». A este respecto, los expertos insisten en que las exigencias marcadas por los techos de emisión de CO2 repercutirán en un aumento de los costes, aunque, a su juicio, «todos los escenarios futuros que se vislumbran en el marco energético mundial apuntan hacia un encarecimiento general de costes y precios, en el cual no parece que vaya a ser especialmente difícil asumir los costes adicionales en el kilovatio generado con carbón a causa de las nuevas exigencias de calidad medioambiental».

Sobre esta base, los especialistas que redactaron el estudio apuntan que «parece procedente» abogar por un escenario «apropiado» para el uso del carbón, que pasaría por «mantener un número medio-alto de horas anuales, con una potencia suficiente para ser relevante y una producción de CO2 adecuada a las posibilidades de almacenamiento que haya en el país». A su juicio, estos objetivos podrían alcanzarse con «un nivel de potencia igual o un poco por encima del actual, esto es, en torno a los 10.000 megavatios, localizados en una distribución territorial que también debe ser compensada».

En este sentido, los especialistas consideran que, al igual que se ha hecho con la localización de zonas susceptibles de convertirse en depósitos del dióxido de carbono previamente secuestrado, el Gobierno central también debería de concretar la distribución geográfica de las futuras plantas de generación a partir de carbón. A su juicio, estas instalaciones, que dispondrían de las tecnologías más avanzadas en cada momento, también tendrán que garantizar «condiciones de refrigeración y conexiones eléctricas de alta tensión y de transporte del CO2 hasta el lugar elegido para su confinamiento».

De todas formas, los expertos alertan de que «la función específica de las centrales de carbón tendría que ajustarse al desarrollo real que experimente el sector nacional de generación eléctrica». Y, en este marco, se decantan claramente por «armonizar los objetivos de garantía de suministro y calidad medioambiental con unos precios moderados de la energía eléctrica».