Langreo, L. M. D.

Cuando se piensa en la obra de Eduardo Úrculo vienen a la mente cuadros con sombreros, paraguas, maletas, zapatos, vacas, siluetas de mujer... Pero hay una parte más oculta del artista que no todo el mundo conoce. Esto es precisamente lo que ofrece la antológica sobre el artista langreano que se inauguró la semana pasada en La Felguera. Bajo el título «Miradas familiares», los organizadores de la muestra presentan 18 cuadros, todos ellos propiedad de dos hermanos del pintor: José María y María del Mar Úrculo. En ellos se hace un resumen de las etapas creativas del artista: su época inicial, la más crítica, la de los frutos ciclópeos, la de las vacas, la erótica, la del viaje... Pero hay cuatro obras que destacan sobre el resto. Es la primera vez que se muestran en público en más de 20 años. Se trata de dos óleos y dos tintas sobre papel de la etapa «de las brujas», en la que, como si de Goya se tratara, Úrculo muestra la España más rancia, más oscura y más tenebrosa.

«Son la auténtica joya de la exposición», afirma Julio José Rodríguez, comisario de la muestra. Además de que llevan muchos años sin ser expuestas, «representan una de las etapas más desconocidas de su obra. Son la cumbre de su pintura crítica. Representan la España más negra y retrógrada, todo lo que él no deseaba». Tras esta época casi tenebrista, Úrculo se refugió durante tres años en Ibiza. Allí, sus vivencias hicieron que su pintura cambiase radicalmente. Fruto de esta transformación son obras como «Insistencia del verde», de 1968. La muestra, que puede verse en la casa de la cultura de La Felguera de cinco a nueve de la noche, también expone otras dos joyas: los únicos dibujos abstractos realizados por el langreano. La etapa de los desnudos también está ampliamente representada. La muestra, que forma parte del centenario de «San Pedro» es, ante todo, según indica Julio José Rodríguez, «una mirada distinta y atípica a la obra del pintor más importante que ha dado la cuenca».