Mieres / Langreo, J. A. O.

Alemania inauguró recientemente el primer almacén continental de dióxido de carbono (CO2) de Europa. En concreto, la planta piloto de enterramiento se ubica en Stemberg (Brandenburgo) y responde a un proyecto pionero de la empresa sueca Vattenfall. Según sus promotores, «se trata de una de las grandes esperanzas para frenar las emisiones contaminantes sin necesidad de cambiar la fuente energética básica y puede convertirse en una medida eficaz para mitigar el cambio climático». La tecnología sitúa a esta instalación a la cabeza mundial en el almacenamiento de CO2, a través de un proceso de Oxy-fuel (oxigeno y combustible). En lugar de realizar la combustión con aire, quema el combustible con oxígeno puro y unos gases de escape que recirculan.

La iniciativa ha supuesto una inversión de 70 millones de euros. La compañía sueca prevé alargar la fase de prueba para seguir investigando y perfeccionando su técnica y hacerla apta para el mercado, como muy tarde hasta 2015. En esa fecha, abrirá otras dos centrales eléctricas de prueba en Alemania y Dinamarca, con una potencia 10 veces superior a la actual planta.

España marcha bastante más retrasada que Alemania en esta materia. El Gobierno ha reservado varias zonas del país como posibles almacenes de dióxido, pero aún no ha comprobado con detalle que sean de total garantía.