Figaredo (Mieres),

Paula G. RODRIGO

Sostenible se ha convertido a día de hoy en un término común y manido. Una palabra que se añade cuando se quiere apelar a la buena conciencia del ser humano. Sin embargo, aunque sea difícil, urbanismo y desarrollo sostenible son posibles teniendo en cuenta factores como los que enumeraron ayer Jacobo Blanco y Manuel Carrero de Roa en la sesión de apertura del curso de verano del mismo nombre que se celebra durante toda la semana en la sede del CeCodet de la Universidad de Oviedo en Figaredo.

Jacobo Blanco, sociólogo de la Universidad de Oviedo, defendió durante su ponencia que sostenible no significa detener el crecimiento, sino hacerlo eficientemente. Para analizar la sostenibilidad de una ciudad se deben tener en cuenta factores como su densidad, compactación, complejidad y cohesión social. «Una ciudad dispersa, como es el caso de las grandes urbes norteamericanas, supone un mayor gasto en medios de transporte», explicó Jacobo Blanco, que añadió que «ciudades asturianas como Oviedo y Gijón no están alejadas del prototipo de ciudad sostenible, ya que en ambas el ciudadano puede moverse a pie, sin consumo de energías».

«Nuestras ciudades ya no son como las que describía en el siglo XIX Dickens, ni como pretendían los arquitectos modernos, sino que son organismos complejos que responden a una nueva economía de la sociedad de la información», señaló, por su parte, Manuel Carrero de Roa, arquitecto de la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio e Infraestructuras del Principado. «Las ciudades están organizadas no en torno al ciudadano, sino a su coche, y debería ser al contrario», apuntó Carrero para destacar uno de los síntomas de ineficacia. «Las urbes dispersas consumen vorazmente un recurso ilimitado y no renovable como es el suelo», señaló el experto urbanista. «Hay que superar el funcionalismo de dedicar áreas a polígonos, a zonas verdes, a ocio... hay que hablar de un espacio para todos», apuntó.