Estaba en la única cola del supermercado. Como es norma común, había seis o siete cajas pero una sola cajera, por lo que tocaba esperar. Lo mismo pasa en bancos, oficinas públicas y puntos de atención al cliente: numerosos puestos pero pocos empleados en los mismos. Delante de mí aguardaba un chaval de unos veinte años, algo más bajo que yo, y bastante más delgado; el pelo cubierto por un pañuelo y sobre éste, una gorra con la visera dando sombra a la oreja derecha; camiseta de un equipo de la NBA, tan grande que hubiera podido cubrir a toda la fila; pantalones de chándal brillantes de un tamaño proporcional al de la camiseta y unos playeros desatados que parecían dos lanchas neumáticas colocadas en los pies. Y una buena cantidad de ferramienta prendida de las orejas, cejas y mejillas. Y muchos tatuajes por los brazos y la parte posterior del cuello. En resumen, un cromo.

Los ancianos de la cola le observaban con cierto espanto y yo no le quitaba el ojo a los extraños símbolos grabados sobre la piel, intentando hallar un significado. No lo logré. Llegado su turno, el chico depositó cuidadosamente su compra, avanzó un par de pasos y se dirigió a la cajera diciéndole: «¿Me das una bolsa, por favor?». Sentí como la fila entera se estremecía. La señorina que tenía detrás me susurró al oído: «¿Ha dicho por favor?». «Creo que sí», respondí. «Yo estoy tan estupefacto como usted». Hasta la cajera levantó la cabeza mirando con incredulidad al muchacho, como quien no da crédito a lo que acaba de oír. Alguien había dicho «por favor». Y, además, una persona de quien no se esperaba semejante episodio de buena educación. El chico llenó su bolsa, pagó con un billete y al recibir la vuelta, sonriendo a la cajera dijo: «Gracias». A la pobre empleada le temblaba la boca de emoción. Y la fila, sobrecogida. El chico se fue. Era mi turno. No fui capaz de articular palabra. Ni por favor, ni gracias, ni nada. La cajera tenía los ojos llorosos. Todos los allí presentes fuimos conscientes de haber sido testigos de un suceso extraordinario.