Mieres del Camino,

Antonio LORCA

Del castaño, como del cerdo, se aprovecha todo. Lo dice Pedro Álvarez, profesor e investigador agroforestal en la Escuela Politécnica de Mieres y que forma parte de un equipo que está llevando a cabo varios proyectos relacionados con la gestión y conservación del castaño en Asturias. «Proporciona una serie de productos que, bien gestionados, actualmente son rentables y pueden contribuir al desarrollo local y regional. Es rentable tanto en fruto, como en maderas, en productos secundarios, setas, miel, y muchos otros productos y servicios, difícilmente cuantificables pero de gran importancia, como pueden ser valores ecológicos, etnográficos y paisajísticos», explica.

El grupo de investigación está integrado por diversos profesores de la Universidad de Oviedo y del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario del Principado de Asturias (SERIDA), técnicos de la administración y alumnos, que pretenden analizar y estudiar las diferentes formaciones y estructuras de castaño, «para construir las herramientas adecuadas a los diferentes escenarios de gestión», con el objetivo de maximizar la rentabilidad y calidad de los productos de esta apreciada especie. El castaño es la segunda especie más importante en superficie de la región, la mayor de España en monte bajo y «después del eucalipto, la que tiene una mayor capacidad de fijación de CO2 por su elevada velocidad de crecimiento». Además, «en Asturias existe una importante riqueza genética (66 variedades de fruto), que actualmente se están perdiendo debido al abandono de las culturales tradicionales», explica Álvarez.

Si el castaño es rentable y en Asturias se ha cultivado tradicionalmente y existe en abundancia en la región. ¿por qué está abandonado? «Este hecho nos da una idea de cómo somos. No valoramos lo que tenemos aquí, los aspectos lúdicos y tradicionales relacionados con el castaño. No hay iniciativa ni privada ni pública importante para poner en valor y en producción la superficie y masa de castaño», razona Álvarez.

Sin embargo, a través de algunas iniciativas que se están llevando a cabo en la Universidad y a través de proyectos como el que desarrolla la Escuela Politécnica de Mieres, en colaboración con el SERIDA, se está empezando a recuperar a este árbol milenario. Otra de las razones para justificar la pérdida de este sistema productivo es «la pérdida de valoración social de las actividad rural». «La mayoría de la gente prefiere otros sectores mejor vistos socialmente», apunta el profesor.