Langreo / Mieres,

M. ANTUÑA

Asturias tendrá, finalmente, su propia planta de captura de CO2. Será experimental y de un megavatio de potencia, como primera fase, para determinar si en un futuro próximo se construye una mayor, como la de Compostilla, en Ponferrada (León). Hunosa, Endesa y Foster Wheeler (como socio tecnológico) acaban de decidir probar el sistema desarrollado por el Instituto del Carbón (Incar) en sus laboratorios de Lugones denominado de carbonatación-calcinación, según pudo confirmar LA NUEVA ESPAÑA. El proyecto de la nueva planta será presentado el próximo lunes en la sede del Incar.

La construcción de esta central de captura de CO2 se hará en las inmediaciones de la térmica de La Pereda, en Mieres, propiedad de Hunosa, donde también está proyectada, ahora en suspenso, una planta de gas. Su coste está estimado entre 5 y 7 millones de euros, con un plazo de ejecución de 2010 a 2012.

La planta debe determinar si el prototipo de captura de CO2 del Incar tiene utilidad industrial, primero a pequeña escala, con un megavatio de potencia. Si los resultados son buenos, se pasaría a una segunda fase, en el período 2012-2015, en el que se plantearía ya la construcción de una planta de mayor capacidad, entre 20 y 30 megavatios, similar en potencia a la de León, ya aprobada por la Unión Europea. La inversión necesaria, según las primeras previsiones, oscilaría entre los 30 y 60 millones de euros.

En la última fase, una vez superada con éxito la anterior, se plantearía, en el período 2015-2020, una planta de gran capacidad y potencia, entre 300 y 400 megavatios, con un coste entre 300 y 500 millones de euros. Esta central de captura de CO2 sería, de ser alcanzada, la culminación de todo el proyecto.

Estas dos últimas fases, con un desarrollo industrial de las plantas, deberían contar con el visto bueno de la Unión Europea, en una segunda convocatoria de los centros de referencia de la UE. En la primera convocatoria España sólo cuenta con la central de Compostilla, en Ponferrada, León, para la que Bruselas acaba de autorizar unas ayudas de 180 millones. Los primeros 80 millones serán invertidos ya el próximo año.

El SOMA-FIA-UGT ya ha pedido que Asturias se apresure a solicitar una de las nuevas plantas de CO2. Un llamamiento al que se han sumado otros colectivos, como la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), que ha llegado a plantear un frente común político, social y empresarial para conseguirlo.

Lo más inmediato será la presentación el lunes en Lugones de la planta experimental de La Pereda. Al acto asistirán los presidentes de la SEPI, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Hunosa, el director general de Endesa Generación, el director e investigadores del Incar (Carlos Abanades, como el responsable del proyecto) y representantes de los sindicatos mineros SOMA y CC OO.

Langreo / Mieres, M. A.

España investiga, al menos, dos sistemas de captura de CO2. El asturiano, desarrollado por el Instituto del Carbón (Incar), se denomina de carbonatación-calcinación y se aplica en el proceso de poscombustión del carbón; es decir, captura el gas una vez sale de las plantas por las chimeneas. Una de sus ventajas es que puede ser utilizado por centrales térmicas ya en servicio, que deberían adaptar sus instalaciones. El sistema del Incar tiene, además, la ventaja de ser barato. El coste por tonelada secuestrada puede estar en torno a unos 15 euros, frente a los 30 y 50 euros de otros métodos.

El leonés está desarrollado en la Ciudad de la Energía de Ponferrada. Es de precombustión, se intenta eliminar el gas en el proceso de quemado del carbón en la central térmica. Uno de sus inconvenientes es que sólo sirve para instalaciones de nueva construcción. El modelo de León es el que ha sido elegido por la UE como primera central de referencia europea.

Ambos sistemas son complementarios, pues abordan la captura del CO2 con fórmulas diferentes. Ésta es una circunstancia en la que se ha hecho hincapié desde que surgió la rivalidad de Asturias y León por hacerse con la primera planta de referencia europea. El debate quedó zanjado cuando el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez, decidió llevarla para su tierra.