Hace ahora cuatro años, Cauce del Nalón ya contó con nosotros para presentar el libro «Los caballos azules» de Ricardo Menéndez Salmón, en los locales de La Sociedad de Festejos de San Pedro en La Felguera. Cuando hace unos días Kiko Villar nos pidió, como representante de Cauce, que presentáramos «La Trilogía del Mal», aceptamos por dos motivos. Primero, porque somos miembros de Cauce y los socios estamos para apoyar a la asociación, y, segundo, porque siempre nos ha interesado la trayectoria literaria de Ricardo.

Para el autor, estos años han sido esplendidos desde el punto de vista literario. Desde aquel libro de relatos publicado por Trea, con el titulo del premio ganador del Juan Rulfo, ha publicado en Lengua de Trapo la colección de relatos Gritar y en Seix Barral las tres novelas sobre las que dialogaremos esta tarde, y que son, por orden cronológico de aparición:

- «La Ofensa» (2007), cuyo escenario es la Europa de la segunda guerra mundial, y en el que el protagonista KURT, un sastre de una pequeña ciudad alemana, se convierte en soldado del Reich, utilizándolo el autor como excusa para indagar en la condición humana, mostrarnos cómo el ser humano responde ante la visión del horror, y cómo la memoria nos convierte en esclavos, en uno de los mejores finales que hemos leído.

- «Derrumbe» (2008) comienza con una cita: El terror es la maldición del hombre (Dostoievski). Nos parece una novela muy visual, tiene la misma estructura que la «Ofensa», tres partes. Su comienzo es sobrecogedor, puede parecer una novela negra (asesino en serie), pero pronto descubres que lo que el autor nos propone es sumergirnos en el horror, imbuirnos en el miedo, utilizando al policía Manila como nexo de unión de las dos historias paralelas, que están presentes en la novela.

- Por último,»El corrector», más próxima a nosotros, donde, a través de «Vladimir», alter ego de Ricardo, nos narra los acontecimientos del 11 M, en primera persona, lo que hace a la historia más cercana, si cabe. El protagonista esta inmerso en la corrección de «Los demonios» de Dostoievski y, además de narrarnos el horror producido por las bombas, nos muestra el que se produce por la manipulación de las palabras. En definitiva, del lenguaje por parte del poder. En esta novela el autor utiliza la literatura, así como el amor, como bálsamos liberadores del terror, y hace una reflexión muy intimista sobre la creación literaria y el éxito.

En las tres novelas a las que hacemos referencia, así como en su obra anterior, Ricardo pone de manifiesto que es más un escritor de ideas que un escritor de historias, utilizando un lenguaje preciso, en ocasiones pretencioso, pero que busca siempre a un lector cómplice, que sea coparticipe de sus pasiones: la literatura, la música y la pintura, que siempre acompañan a sus obras, y que, sobre todo en las tres últimas, sirven como contrapunto a ese desasosiego que el autor nos trasmite, y nos dan tregua para ese viaje que nos propone el autor a las zonas más oscuras de la condición humana.