Langreo, J. A.VEGA

Huyendo de cualquier tipo de presentación académica, el escritor Ricardo Menéndez Salmón presentó, en la Casa de Cultura de La Felguera, su trilogía de libros sobre el mal en un acto organizado por la asociación Cauce del Nalón en colaboración con el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. El escritor presentó sus tres últimos libros «La Ofensa», «Derrumbe» y «El corrector» en los que arriesga formal y argumentalmente sobre historias de redención y terror puro. Para eso utiliza tres envoltorios distintos: un ensayo, una novela negra y una novela política, ambientados en épocas que van de la Segunda Guerra Mundial a los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.

El autor, colaborador de la sección de Cultura de LA NUEVA ESPAÑA, estuvo acompañado en la mesa por Fernando Fernández y Javier García Cellino. Ambos, dejando a un lado la relación de la multitud de premios recibidos por sus obras, prefirieron hacer una presentación más personal. Rápidamente comenzaron a lanzar una batería de preguntas sobre sus gustos literarios, mercados editoriales y sobre el trabajo cotidiano de un escritor.

A partir de ese momento el acto se convirtió en un diálogo a tres voces, alternándose en la posesión de la palabra. Un formato en el que Ricardo Menéndez Salmón parecía encontrarse muy a gusto y del que fueron saliendo interesantes temas y cuestiones. Como la del papel de los lectores ante una novela, algo que el escritor respeta porque «el lector es soberano para enjuiciar mis libros, hay un espacio reservado para sus opiniones y los escritores tenemos que aceptarlo». También hizo referencia a los críticos literarios y a su cuota de soberanía al opinar, aunque solo sea por la cantidad de libros que leen. Comentó que son «orientadores a los que recurrir ante la vorágine de publicaciones que se editan cada año .

Preguntando si hay algunas cuestiones autobiográficas en sus libros comentó, Menéndez Salmón que en el caso de «El corrector» es evidente. «El protagonista es un alter ego muy poco disfrazado porque yo he sido corrector y además habla en primera persona». La novela narra cómo vivió la terrible jornada del 11 M un ciudadano corriente, un corrector, que posteriormente fue obligado a enmendar errores ajenos. Comentó que por eso utiliza la primera persona, «a pesar de que eso desprotege un poco, pero el libro lo pedía».