El Entrego, E. PELÁEZ

«Las tropas aún no han entrado en Mieres. La idea de pasar la noche con los revolucionarios nos obsesiona», relató Mathieu Corman, periodista belga que llegó a Asturias en 1934 persiguiendo la Revolución de Octubre y que dio cuenta de lo que vivió y de lo que le contaron en el libro «Incendiarios de ídolos. Un viaje por la Revolución de Asturias».

La obra, publicada en 1935 en Bélgica, fue traducida por primera vez al español meses atrás, editada por el colectivo Cambalache. El reportero emprendió su viaje cuando tenía 33 años, acompañado por un amigo, posiblemente el periodista y pintor Lucien van Vye. Aquella noche que Mathieu Corman pretendía pasar junto a los insurrectos era una de las últimas de su viaje a España. Se trata del relato del único corresponsal extranjero que vivió de primera mano los hechos acaecidos en octubre de 1934 en las Cuencas mineras asturianas, unos acontecimientos que marcaron los siguientes años de la historia de España.

En la obra, el periodista, tras enterarse de que «la provincia se ha constituido en estado comunista independiente», decide visitar Asturias como sea. Ahí comienza su cuaderno de viaje, en el que relata las peripecias vividas en su travesía utilizando una motocicleta como medio de transporte hacia la Revolución, con las constantes dificultades a las que tuvieron que hacer frente para poder entrar en la región superando los controles militares.

La segunda parte del libro se centra en narrar los acontecimientos de Octubre de 1934 y la tercera, bajo el título «La pacificación», se centra en su marcha, atravesando la zona de los últimos combates. Sama de Langreo es el punto de partida de su relato, en las últimas horas de la noche del 4 al 5 de octubre, cuando llega la noticia de que «los sindicatos españoles acaban de decretar la huelga general». La acción sigue por Gijón y Oviedo narrando los efectos de la insurrección y finaliza con su marcha hacia el centro del país por la comarca del Caudal.

Es allí, en una taberna de Mieres, «justo la noche que precede al armisticio», donde un minero le explica el objetivo de la revuelta. «Era una oportunidad para dar cuenta de un régimen odioso que, oprimiendo a España para mayor beneficio de unos privilegiados, impide a los trabajadores organizar el nuevo régimen social que permita a todos vivir dignamente. ¡Esa oportunidad no podíamos dejarla pasar!», afirma el revolucionario, que confiesa: «En la mina trabajo con dinamita. He hecho lo mismo en Oviedo». A la mañana siguiente, Corman y su amigo abandonan Asturias. Atraviesan Santullano y Ujo y se encuentran Pola de Lena «cerrada por las tropas de la columna llegada de León» con legionarios extranjeros a la cabeza.