Un año más, desde el PCA de Langreo, celebramos la semana cultural en recuerdo de Dolores Ibárruri. Este año queremos dedicarla a la educación, a la cultura y a la República.

Quiero invitar a los actos que empiezan el día 3 y finalizan el día 8 de mayo a todos aquellos que tengan algún tipo de inquietud por estos temas.

¿Es posible una educación democrática en medio de la deriva que ha impuesto la globalización y que la crisis actual del capitalismo la hace más impredecible?

¿Cuál es el objetivo de la educación pública? ¿Formar ciudadanos para integrarse en la sociedad democrática o formar trabajadores adiestrados y acoplados al modelo económico imperante?

Desde nuestro partido defendemos el derecho a una enseñanza pública y gratuita libre de toda injerencia religiosa, desde la infancia hasta la Universidad, garantizar el derecho de conocimiento a todo el mundo independientemente de las condiciones de clase social, sexo, raza o religión.

¿Cultura para amordazar o para cambiar la sociedad?

Todo lo que gira alrededor de la actividad cultural se convierte cada vez con más intensidad en la clave para mantener el capitalismo con el consentimiento del conjunto de la sociedad.

Recordando a Bertolt Brecht, el gran revolucionario del teatro en el siglo XX, «mis reglas sólo son aplicables por personas con juicio libre, espíritu de contradicción y fantasía social, y que estén en contacto con los sectores progresistas del público, o sea, que sean ellas mismas personas progresistas, racionales, pensantes? Si el actor no quiere ser papagayo ni mono, tiene que apropiarse el saber de la época sobre la convivencia humana combatiendo en las luchas de clase».

En los últimos tiempos, el cuestionamiento de la institución impuesta por el franquismo se hace cada vez más fuerte. La Monarquía española no sólo no es democrática (nunca una Monarquía lo es), ni carece de la legitimidad que otorgan las urnas, sino que hace uso de los fondos públicos del pueblo español de manera absolutamente opaca y sin rendir cuentas a nadie.

Por ello, la construcción de una nueva República que determine el sistema de gestión del Estado español cobra cada vez más actualidad y va abandonando progresivamente el rincón de lo impensable para convertirse en una posibilidad cada vez más cercana y asequible.