Fui a Tánger porque me dijeron que allí estaba el edificio más feo del mundo. Recién hecho. Al borde de la playa. En una zona que pretende hacerse pasar por nueva y moderna. Por el lado de la calle principal apenas tiene ventanas. Construyeron sobre la cera de lo que podría haber sido un paseo marítimo y sobre un buen pedazo de playa. Cumpliendo alguna ordenanza urbana cambiada para el caso. Pero esto no tiene importancia. Lo interesante, lo realmente interesante, es lo feo que es. Lo ves y no te lo crees. Pero ahí está.

A feo feo parece imposible ganarles a determinados edificios de la costa valenciana. Aunque Murcia se está esforzando mucho por desbancarla de los primeros puestos. Pero resulta complicado superar a lugares como Gandía o Cullera. También lo intentó Almería con el hotel de El Algarrobico. Pero pararon las obras y sólo lo consiguió a medias. Allí sigue.

El Mediterráneo es un paraíso para este tipo de construcciones. En Túnez se pasaron cuatro pueblos con algunas. En Italia salta un desbarajuste donde menos te lo esperas. De Grecia vale más no comentar nada porque Atenas se lleva la palma de lo feo, lo guarro y lo abandonado. Y, con todo, Túnez, Italia y Grecia son las estrellas del turismo. Junto a España. Los grandes responsables de la elaboración de paquetes turísticos saben que lo feo vende. En la publicidad tunecina aparece la grandeza del desierto. En la italiana sale más que nada el Vaticano o las caras de la gente en el Carnaval de Venecia. Y en Grecia salen las puestas de sol de Santorini y Mikonos. Pero los operadores turísticos saben perfectamente que el verdadero encanto de todos esos sitios son sus casas feas, sus calles horribles y su urbanismo, en general, espantoso. De manera que, con apenas una visita de menos de una semana, uno vuelve encantado de la mierda de país y contándolo a la menor oportunidad a todo bicho viviente. Siguiendo la teoría general de marketing que dice que de un sitio guapo le hablas a un par de amigos y de los feos a más de una docena.

Por eso es bueno que Asturies apueste turísticamente por lo feo. Toda la publicidad insiste en la grandeza de los Picos d'Europa, en el «Elogio del Horizonte» visto sobre el inmenso mar y en miles de piragüistas de colorinos bajando el Sella. Pero sería bueno que les dijeran que, como destino de todo lo contrario, empieza a postularse Mieres del Camín. Acaban de hacer un edificio en la Mayacina que es más que feo. Es como El Algarrobico en negro. Como el más espantoso de Tánger, pero sin playa. Como una mierda pinchada en un palo. Para que todos la vean: negruzca, a rayas, fea de?