Los sindicatos, palmeros del partido en el gobierno, que hasta la fecha no han abierto la boca, son la pared contra la que la espada de Europa está poniendo a Zapatero, y nos da la impresión de que, aunque digan con la boca pequeña que no admiten estas medidas y se movilizarán, al final ocurrirá todo de forma natural, nadie saldrá herido salvo, claro está, la mayoría de los españoles». Esto es lo que afirmábamos el pasado día 13 («Tocan austeridad») y la semana pasada hemos oído decir a Nacho Toxo, secretario general de CC OO, que están trabajando en la preparación de la huelga general para el caso de que el gobierno no rectifique. Por su parte el Presidente ha manifestado este domingo que el gobierno no cambiará el paquete de recortes pese a la presión de los sindicatos. Y por la suya, la oposición mayoritaria del PP está frotándose las manos asistiendo al declive de este gobierno, esperando a que fenezca por inanición y sin hacer absolutamente nada por evitar el desastre como podría ser presentar una moción de censura. Queda por ver la disposición que adoptarán los grupos minoritarios paniaguados del partido socialista porque el Real Decreto sobre las medidas de ajuste será sometido a votación en sede parlamentaria. Ahí es donde le duele. ¿Seguirán apoyando a este gobierno a cambio de concesiones y contra la opinión, en muchos casos, de sus electores, o le dejarán tirado como una colilla viendo el cariz que a estas alturas han tomado los acontecimientos?

Refresquemos la memoria. Felipe González tuvo tres huelgas generales en catorce años de mandato (1982-96), una en el segundo con mayoría absoluta (1988) por la «política Económica del Gobierno», y dos sin ella en (1992 y 1994) por el «Real Decreto sobre fomento del empleo y protección por desempleo», y por la «reforma laboral» respectivamente. En sus ocho años de gobierno, José María Aznar sufrió una huelga general (2002), teniendo mayoría absoluta, por las mismas razones que en 1992 la tuvo González. Sin embargo, a lo largo de estas dos legislaturas, que duran seis años, a Zapatero aun no se le han movido los sindicatos, cuestión previsible si tenemos en cuenta la altísima y creciente tasa de desempleo, las meteduras de pata del ejecutivo y las perspectivas nada halagüeñas que tenemos para el futuro más próximo.

¿Son correctas las medidas que va a tomar el Gobierno para recortar el déficit? No es que seamos ningún gurú de la economía pero creemos que podrían haber sido otras menos cruentas y antisociales. Ayer mismo el Reino Unido ha suprimido todas las subvenciones. Pero no es solo eso. Lo fundamental es que esas medidas, sean las que fueren, deberían de haberse tomado primero porque talmente parece que nuestros problemas han aparecido con esta primavera y, sin embargo, son ya muy viejos. ¿Van a solucionar nuestro problema? No, sin duda. En otoño, si no antes, habremos superado los cinco millones de parados, y así no hay solución que valga. De lo que sí estamos convencidos es de que para lo que los sindicatos debieran de estar trabajando es para presionar al Gobierno a hacer una reforma en profundidad del mercado de trabajo y no para preparar una huelga generalizada que lo único que conseguirá será hundirnos aún más en la miseria. No compartimos esa decisión, ya no es momento para ella.