Llananzanes (Aller), C. M. B.

Manuel Castañón (Llananzanes, 1941) nació en el concejo de Aller y llegó hasta Francia a través de su arte. El escultor y pintor consiguió una beca del Gobierno francés para terminar sus estudios en La Sorbona. Su forma filosófica de entender el arte le ha convertido en uno de los artistas más emblemáticos y ha hecho de él, un referente en el mundo de la escultura conceptual. Ahora, acaba de clausurar su exposición «París-Oviedo», en el Campoamor y está inmerso en un nuevo proyecto «que plasmará la democracia en una escultura».

-Acaba de clausurar «París-Oviedo», ¿es una muestra de las influencias entre las que ha madurado?

-Pensé en llamarla «Llananzanes-París-Oviedo» porque salí del pueblo, pasé por Oviedo y llegué a Francia. Ahora, a la vuelta, me doy cuenta de que si llegué a Oviedo fue gracias a que nací en Llananzanes. Esta muestra es una retrospectiva en la que, efectivamente, hago un recorrido por mi vida artística. Desde los dibujos de carboncillo de mi época de estudiante en Sevilla hasta las esculturas de mi día a día, realizadas en acero inoxidable.

-¿Qué pretende transmitir a través de su arte?

-Hice una licenciatura en Filosofía, por eso creo que el arte tiene un papel social. Si hago arte es para transmitir mi sensibilidad, mis sentimientos sobre el hombre, la sociedad y los aspectos que pueden motivar al ser humano.

-Su escultura «La familia minera», que está ubicada en Moreda, despierta la curiosidad de vecinos y visitantes desde su inauguración hace ya más de quince años, ¿cuál era su pretensión?

-En mi generación siempre me ha impresionado mucho que los padres mineros, que trabajaban la mitad del tiempo en el campo y la otra en la mina, tenían un espíritu batallador. He concebido esa obra como un homenaje a esos padres.

-¿Tiene algún trabajo en mente para sorprender a su público?

-Estoy trabajando en un proyecto que estuvo a punto de materializase hace un tiempo y que ahora quiero retomar. Se trata de una figura en torno a la democracia y al texu, el árbol mítico donde se reunían los sabios del pueblo para dar justicia. En mi escultura piensa plasmar esa imagen, con un texu acompañado por varios personajes que representarán la asamblea que decidía sobre los problemas que acontecían.

-Pasa largas temporadas en Llananzanes, ¿busca inspiración o sólo tranquilidad?

-La mayoría de las veces acudo porque me apetece estar solo, pero también porque Llananzanes tiene una historia y me da pena que se vaya todo abajo. El pueblo cuenta con casas del siglo XVI y hórreos muy antiguos. Espero que, al menos con el turismo rural y el arreglo de la carretera, el pueblo pueda renacer, aunque sólo sea durante las vacaciones o el fin de semana.

-Es de los pocoso afortunados que ha podido beber de varias culturas, ¿qué le ha proporcionado esa experiencia?

-Viajar es algo fundamental. De hecho, al conocer distintas culturas te puedes cuestionar una manía o una tradición. También observas que todas las culturas son válidas y que se pueden aprovechar en beneficio propio para obtener nuevas ideas creativas.

-¿Qué tiene que tener un buen artista para usted?

-Ante todo tiene que ser creador. El interés del creador es abrir caminos, en distintas materias y, por supuesto, estar al servicio de las personas, que son las que dan vida al arte. Debe traducir los sentimientos y hacerlos accesibles al público.