Pola de Laviana,

Marcia Barreñada, ex alcalde de Laviana, recopila los artículos sobre la región de Bembéréké (Benín) publicados durante tres años en LA NUEVA ESPAÑA. La recaudación conseguida con la venta del libro, titulado «Hermano Bembéréké», será destinada íntegramente a la fundación que lleva el mismo nombre. La obra será presentada el lunes en el Cidan, en Pola de Laviana, a las siete y media de la tarde en un acto al que asistirá Barreñada, el responsable del diseño, Francisco Trinidad, el sacerdote Abel Suárez y el alcalde de Laviana, Adrián Barbón.

-El libro repasa su primer encuentro con Bembéréké, pero también las posteriores visitas y el proyecto iniciado.

-Hace cinco años que fui por primera vez y reflejé lo que vi en esos textos. Desde entonces su nombre fue sonando más y dejó de ser un proyecto personal, y fue a más. Se sumaron masas corales, equipos de fútbol, ayuntamientos, empresas y particulares. Además, Bembéréké está hermanada con Laviana. Es un compromiso más firme que el personal mío. Sirve, además, para rendir homenaje a los padres Abel Suárez y Alejandro Rodríguez Catalina. El primero estuvo siete años en Bembéréké y Alejandro va para siete. Ellos son los verdaderos artífices de la gran obra que se hace por los más desfavorecidos.

-Gracias a uno de ellos emprendió su primer viaje a Bembéréké.

-El viaje me lo propuso el padre Alejandro en 2005, cuando era alcalde, y vino a pedir dinero para un pozo de agua en una aldea. Tomando un café con él me contó cuál era la realidad que se vive en países de África. Me invitó a ir y fui en 2006.

-¿Cuál fue su primera impresión?

-Fue un auténtico contraste de la realidad de cómo viven y cómo vivimos. A partir de ahí se genera un nexo de unión, y lo que empezó como un viaje de vacaciones se convierte en un proyecto y en una fundación.

-Le cambió la vida.

-Radicalmente. África te cambia. Como dice Javier Reverte, cuando viajas allí, te cae la cartera y puedes volver y cogerla, pero también te caen las convicciones. Ver tan cerca la miseria y el nivel de mortalidad infantil tan elevado te tiene que cambiar.

-Empieza su camino la fundación Hermano Bembéréké.

-El lunes tendremos la primera reunión para definir el organigrama y el funcionamiento. El objetivo es ayudar al pueblo de Bembéréké pero no se descarta ayudar a otros pueblos de cualquier parte de África que lo necesiten porque allí es donde tenemos una base. La fundación coordinará el traslado de ayuda a Bembéréké.

-Ya se han realizado mejoras.

-Hemos creado dos cooperativas de transformación de karité y de cría de animales, dos salones de estudio y una casa de acogida para que veinte chicos puedan estudiar en el instituto. El año pasado la ayuda sirvió para que este centro educativo tenga cuatro aulas más y se mandó un contenedor con material diverso. Este año pretendemos montar una instalación para potabilizar el agua y ampliar la casa de acogida para otros 20 jóvenes.

-¿Cuáles son las necesidades más acuciantes?

-El agua es un bien escaso y la que hay en los pozos no es apta para el consumo humano, y lleva a las enfermedades y a las altas cifras de mortalidad infantil. Además, está la educación. Un país que no es capaz de educar convenientemente a sus niños está condenado a la pobreza. Por eso hemos hecho instalaciones para ellos. El 35 ó 40% de la población es infantil, aunque en las aldeas no existen registros de población. Los niños que viven en ellas sólo se apuntan en el registro cuando van a la escuela.

-¿Existe suficiente concienciación en la sociedad del mundo desarrollado para ayudar donde se necesita?

-Ese es el motivo de la presentación del libro y de la creación de la fundación. El número de personas que pasan hambre en el mundo supera los 1.000 millones. En Chile y Japón se produjeron terremotos de mayor magnitud que el de Haití y se produjeron menos muertos porque en éste último país devastó un sitio ya asolado por la pobreza. No podemos permitir que otros seres humanos vivan en esas condiciones. La sociedad civil, por mucha crisis que tenga, no puede permitir que haya personas que se mueran de hambre.

Pola de Laviana,

E. PELÁEZ

Marcia Barreñada presenta esta tarde, en el Cidan de Pola de Laviana, el libro «Hermano Bembéréké», que recopila artículos publicados en LA NUEVA ESPAÑA sobre sus viajes a esta región de Benín. El acto comenzará a las siete y media de la tarde y asistirán además del autor, el responsable del diseño de la obra, Francisco Trinidad, el sacerdote Abel Suárez y el alcalde de Laviana, Adrián Barbón.

«Un día cualquiera en Bembéréké» es el primero de los textos, escrito el 14 de septiembre de 2006, en el que relata la alegría con la que son recibidos cuando llegan a los poblados. Allí, se extrañan cuando les dice que tiene solo una hija. «Una familia con muchos hijos es signo de vitalidad, me dicen riendo», asegura Barreñada. La recaudación del libro será destinada íntegramente a la fundación que lleva el mismo nombre que el libro y que coordina diversos proyectos en Bembéréké.

El consejero de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio e Infraestructuras, Francisco González Buendía, asegura en el prólogo que este libro «nos impide olvidar la realidad de las hambrunas, las epidemias, del subdesarrollo, sin necesidad de acontecimientos tan trágicos como el reciente terremoto de Haití». Francisco Trinidad, director de publicaciones de la fundación Emilio Barbón, es el responsable de la introducción, donde alude al «extraño camino a medias entre la aventura inicial y la estupefacción ante una realidad que, aunque intuida, siempre desborda las propias previsiones, que llevó un día a Marcia Barreñada hasta Bembéréké, en África».