Mieres / Langreo,

Miguel Á. GUTIÉRREZ

Asturias no está sola en la defensa del carbón. El Principado acordó la pasada semana, junto a Castilla y León y la patronal Carbunión, un documento conjunto para defender en Bruselas el mantenimiento de las ayudas a la minería más allá de 2014, una medida planteada en julio por la Comisión Europea que abocaría al sector al cierre. A ese frente común se adherirán Aragón, Castilla-La Mancha y Andalucía, comunidades que todavía mantienen actividad carbonera. También se pedirá ante la UE la urgente aprobación del decreto de incentivos al consumo de mineral autóctono como medida transitoria. Graciano Torre, consejero de Industria, repasa en esta entrevista los argumentos que el lobby de la minería presentará a los comisarios para luchar por el futuro de un sector que en los próximos meses se juega su supervivencia.

-¿Qué medidas de presión concretas adoptará el nuevo lobby de la minería?

-La presión siempre es de argumentos y, en todo caso, mediática. No hay otra. No podemos ir y retorcer el brazo del comisario para que levante la mano y vote sí o no a la propuesta. Se trata de generar un ambiente favorable al decreto, pero siempre con argumentos. La normativa española permite perfectamente este incentivo porque contempla que se puede apoyar que el 15 por ciento de la producción de generación eléctrica se realice mediante el consumo de energía autóctona. La legislación europea establece lo mismo; por tanto, nos ajustamos a la ley.

-En ese caso, ¿por qué no se convalida el decreto?

-No hay ninguna razón para que el colegio de comisarios se oponga. Por el contrario, existen suficientes motivos técnicos para convalidarlo, como la elevada dependencia energética exterior de España y el hecho de que la existencia de una energía propia como puede ser el carbón hace que sea un elemento regulador ante los precios internacionales. Por otro lado, si lo que se propone es llevar, en el peor de los casos, las ayudas al carbón hasta 2014, un planteamiento que nosotros rechazamos, no tiene sentido que el mineral no se consuma hasta esa fecha. Sería una vía torticera e indirecta para acabar con la minería del carbón.

-¿Responden esas trabas de la UE a un boicot por parte de las empresas gasísticas y eléctricas, como plantea el sector minero?

-Lo que es indudable es que las empresas que utilizan distintos tipos de energía tienen intereses diferentes, y, por tanto, las compañías del gas, nucleares, carboneras o eólicas miran por lo suyo. Los gobiernos no están para contribuir a defender los intereses particulares de un determinado grupo, sino para tener un mix diversificado y generar un equilibrio. Nosotros creemos, entendemos y defendemos que el carbón tiene que seguir cumpliendo un papel importante en la generación eléctrica de España.

-Dentro de esa pugna energética hay grupos más poderosos que otros, ¿cree que la Comisión podría sucumbir a las presiones?

-Espero que no. Lógicamente las presiones están ahí, como podrán decir otros de los que defendemos el carbón. Nosotros tenemos interés por el carbón, ejercemos presiones y argumentamos. Cuando hablo de gobiernos, en este caso no me refiero al Gobierno de Asturias o al Gobierno de España. El Gobierno de Europa, dicho entre comillas, tiene que resistir esas presiones y buscar el equilibrio entre todas las opciones, buscando un mix diversificado que es una garantía de no dominancia en el mercado. Si aquí, por ejemplo, sólo se produce con energía nuclear, se crearía un monopolio que originaría distorsiones y abusos en el mercado.

-Si se salva el escollo de los incentivos quedaría por librar la gran batalla de las ayudas, ¿se imagina Graciano Torre una Asturias sin minas en 2014?

-No quiero imaginármelo. Creo que tiene poco sentido acabar con una fuente de energía primaria, prácticamente la única que tiene España, y que ha sufrido ya una reconversión muy fuerte. Por otra parte, acabar con el carbón nacional como elemento regulador de los precios internacionales significaría problemas para toda Europa.

-¿De qué forma?

-Todas las directivas sobre energía europeas hablan de capacidades de autoabastecimiento. La dependencia de energía primaria del exterior de España es del orden del 81 por ciento, frente a la media europea, que es mucho menor. También hay que tener en cuenta que España no tiene una red de interconexión internacional o europea capaz de permitir que se pueda ir a comprar energía a otros países en el mercado libre. La interconexión con Francia parece que está ahora desbloqueada y en fase de poder hacerse, pero van a pasar unos cuantos años todavía hasta que podamos tener una malla con el sistema europeo. Por lo tanto, dependemos única y exclusivamente de nuestra potencia instalada en generación eléctrica. Uno no puede depender exclusivamente de la energía eólica o de la hidráulica, ¿qué hacemos si para el viento o un año hay sequía? Se necesitan centrales capaces de estar en disposición, en un momento determinado, de suministrar los kilovatios que el mercado demanda. Eso se puede producir con el gas y con el carbón. Los almacenamientos de gas todavía no han cumplido la última planificación nacional, en la que se encuentran los depósitos de El Musel, y, por tanto, el carbón va a seguir siendo necesario.

-¿Cuál debe ser el horizonte de las ayudas al carbón?

-Nosotros creemos que debían ser indefinidas, desde el momento en que la única energía fósil primaria que tenemos es el carbón. Debía mantenerse la llamada reserva estratégica, entre otras cosas, porque se está inyectando mucho dinero de la Unión Europea, de gobiernos nacionales y regionales, y de promotores privados en todo lo que son las tecnologías de captura y secuestro de dióxido de carbón. Tiene poco sentido acabar con la materia prima y seguir investigando para generar producción eléctrica con carbón limpio con mineral comprado en Colombia o en Sudáfrica.

-¿En qué medida va a determinar el éxito de esas investigaciones de combustión limpia el futuro de todo el sector?

-Se sabe cómo secuestrar dióxido de carbono; el problema es que eso conlleva unos costes, por lo que hay que encontrar una tecnología que sea competitiva.

-¿En qué volumen debe moverse la reserva estratégica?

-Si se consiguiese eso, y ojalá se logre, habría que establecer cuál es el mínimo que permite mantener las minas en actividad. Lo que no se puede es mantener esa actividad por debajo de cierto umbral, y el caso ahora es fijar cuál es el umbral. Yo creo que si nos falta algo para llegar a ese umbral nos queda poquito. Ya no se puede reducir excesivamente más.

-¿La Presidencia española de la UE, el pasado semestre, fue una oportunidad desaprovechada para prorrogar las ayudas al carbón?

-Estoy seguro de que no. Tengo la certeza absoluta, por las conversaciones que hemos mantenido estos meses pasados con el Ministerio de Industria, de que desde la Presidencia española se han realizado los mayores esfuerzos posibles para conseguir avanzar en esta cuestión. Lo que pasa es que el asunto es complicado y siempre se tiene la tentación de trasladar la culpa al que se tiene enfrente. Yo me pregunto cuántos hay en Asturias, en León y en España oponiéndose a la generación de carbón y saliendo todos los días en los medios de comunicación. Hay que mirar también las responsabilidades internas.

-¿Tiene Zapatero la misma fe en el futuro del carbón que el Gobierno asturiano?

-Estoy convencido de que sí. Zapatero ha tenido, tiene y seguirá teniendo fe y trabajando desde su puesto y desde su convencimiento personal por la minería.

-¿Y el ministro de Industria?

-Lo mismo. He tenido muchas conversaciones con Miguel Sebastián y me consta que también está en esa onda.

-Las movilizaciones han vuelto por los impagos de salarios, ¿están utilizando las empresas a los mineros como cabeza de turco?

-Me atrevería a decir que en parte sí y en parte no. Desde marzo, es verdad que tienen unos problemas de liquidez y financiación tremendos al no comprar las térmicas el carbón autóctono. El Gobierno, para aliviar coyunturalmente esta situación, le da a Hunosa 15 millones de euros para que compre unas 220.000 toneladas de carbón a las empresas privadas y que con este dinero hagan frente, de forma prioritaria, al pago de los salarios atrasados. Carbunión se niega a ello. Es cierto que pretende, en cierta medida, utilizar el no pago de la nómina para ejercer presión, pero también es verdad que la situación de tensión financiera es cierta.

«Tiene poco sentido eliminar la única fuente de energía primaria que posee España»

«Europa tiene que resistir las presiones y buscar un equilibrio entre todas las opciones energéticas»

«La patronal utiliza el impago de nóminas para ejercer presión, pero sus problemas de liquidez son ciertos»

«Estoy convencido de que Zapatero y Sebastián tienen la misma fe en el carbón que el Principado»