Pola de Lena,

C. M. BASTEIRO

Los montes de Lena fueron testigo de una buena parte de la etapa más negra de España. José Antonio Zapico, miembro de la Asociación de Cazadores del concejo, se encontró hace unos días con un proyectil de la Guerra Civil, cuando participaba en una montería en Valgrande. No es la primera vez que la tierra rememora y pone al descubierto algún arma de la época. Sin embargo, la magnitud de este artefacto, que alcanza los 50 kilos, y el hecho de que no estuviera explosionado hizo que los cazadores no dudaran en poner el hallazgo en conocimiento de la Guardia Civil.

«No nos lo podíamos creer. Por su situación, los montes de Lena fueron nidos de ametralladoras durante muchos años, pero nunca nos habíamos encontrado con algo semejante», explicó José María Fernández Llamas, presidente del colectivo. Después de ponerlo en conocimiento de la Guardia Civil, la patrulla de Seprona de la comarca del Caudal informó de lo sucedido a la comandancia de Gijón, que movilizó hasta el monte de Valgrande a tres agentes de la unidad Tedax (Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos).

Los expertos en explosivos y los miembros del Seprona, acompañados por representantes del colectivo de cazadores, accedieron al lugar el miércoles pasado, dos días después del hallazgo. Caminaron durante dos horas, ya que «se encontraba en un enclave de muy difícil acceso», según señaló Fernández. Cuando llegaron al lugar, decidieron explosionar controladamente el artefacto, pero no fue posible «debido a un error técnico en el proyectil, que lleva más de setenta años inactivo», aseguraron fuentes del Instituto Armado.

Los agentes tampoco retiraron el artefacto, ya que «no reviste ningún peligro para los ciudadanos». Además, la zona en la que se encuentra es «de muy difícil acceso para los transeúntes, incluso para los aficionados a la montaña». De hecho, el proyectil se halló a más de dos horas a pie desde la carretera del Ruchu, en dirección a la cima de Valgrande. «Era muy pesado, no es probable que una sola persona pueda llevarlo al hombro», explicó Fernández.

La versión de la Guardia Civil es que se trata de un proyectil de un tanque que pudo extraviarse durante su traslado por los montes de Lena. Sin embargo, los cazadores piensan que no es posible, «porque no tiene estrías. Creemos que se tiró desde el aire, durante un bombardeo». En lo que ambos coinciden es en que el artefacto data, aproximadamente, del año 1937.

El concejo de Lena, que durante años fue la principal comunicación entre Asturias y la Meseta, siempre ha sido uno de los lugares con más historias que contar sobre la Guerra Civil. Es uno de los concejos de Asturias con más fosas comunes localizadas, junto con Aller.

De hecho, esta no es la primera ocasión en la que se produce un hallazgo de estas características en el concejo de Lena. Los propios cazadores se encontraron en más de una ocasión con granadas de mano «o armamento menos llamativo». Sin embargo, señalaron que «es la primera vez que vemos algo semejante, y creemos que no es muy común».

Después del hallazgo, José Antonio Zapico no pudo ocultar su asombro y quiso ponerse en contacto con la Guardia Civil «lo antes posible, para evitar cualquier incidente». Además, agradecen a los miembros de la patrulla de Seprona del Caudal y los responsables municipales, «por su rápida respuesta». Ahora, dan gracias porque el proyectil nunca llegó a explotar. «Menuda hecatombe», asegura su descubridor.