Recorrió 1.245 kilómetros en 40 días desde Somport (Huesca), en el límite con Francia, a Santiago de Compostela, con vuelta y final en la cuesta de El Carbayu. Y al día siguiente, a primera hora de la mañana, ya estaba de nuevo caminando. El langreano Javier Ramudo Fernández no perdonó ni siquiera ayer, tras el esfuerzo de las últimas jornadas, su caminata diaria, de unos 15 kilómetros. El peregrino que reside en Sama y antes en Roíles, cerca de la ermita de El Carbayu, tiene 56 años y está prejubilado de la mina.

-Todo empezó con una promesa a la Virgen de El Carbayu...

-Sí, le dije a la Virgen que si mi hijo entraba en Hunosa iría andando a Santiago y volvería a verla. Y cumplí. Mi hijo me decía que cómo iba a hacerlo, pero era una promesa y un reto. Hubo momentos difíciles, más ortigas que rosas porque fueron 40 días sin el cobijo de la familia.

-Nada más que su hijo comenzó a trabajar en la hullera puso en marcha los preparativos para el viaje.

-Javier empezó en el pozo Carrio hace cuatro meses y entonces me puse a programarlo todo. Antes estaba en una empresa que puso en marcha un ERE.

-¿Sintió más presión en esta ocasión, la quinta en la que recorría el Camino de Santiago debido a la promesa hecha ante la Virgen de El Carbayu?

-No tenía presión. Ayer sí que me costó, fue la peor etapa del camino. Nunca me había costado tanto trabajo subir a El Carbayu. No sé si serían los nervios de ver que llegaba al final y que iba a ver y abrazar a la familia y a los amigos.

-¿Sabía cuál era el recibimiento que le esperaba?

-No sabía nada. Estoy muy agradecido a todos los amigos y a las autoridades.

-¿Qué sintió?

-Una emoción grandísima. No pensaba que tuviese tantos amigos y no esperaba ese recibimiento que me hicieron.

-La etapa que salía de Astorga fue también dura. ¿Por qué?

-Sí, porque fue a verme mi familia. Cuando marcharon pensé en abandonar porque tenía la moral por el suelo. Pero gracias a los compañeros que hacían el Camino conmigo, entre ellos una mujer sevillana de 69 años que hizo 845 kilómetros sin descansar un sólo día, seguí.

-¿Cuándo surgió esa afición por caminar?

-Cuando me prejubilé. Pesaba 120 kilos y me dije, tengo que caminar, y cuidé también la comida. Esto es una droga, pero sana.

-Ahora camina todos los días.

-Sí. El domingo salgo con el grupo de montaña El Alba de Laviana y, el resto de días, voy con dos compañeros. Marcho a las seis y media de la mañana y vuelvo pasadas las nueve y siempre cuesta arriba, nada del paseo del colesterol. Hacemos unos 15 kilómetros.

-¿Cuándo completó por primera vez el Camino de Santiago?

-En 2008, que fui desde Sama. Me gustó y en 2009 empecé en Irún y acabé en Finisterre, 1.045 kilómetros en 32 días, que no lo volveré a hacer más. El pasado año fui dos veces, una desde la Virgen del Camino a Santiago, que son 340 kilómetros que recorrí en 9 días. Después empecé en Sanabria, con más o menos la misma distancia que la anterior. Es una experiencia que no se puede olvidar.

-¿Se hacen amigos?

-Muchos. En el Camino se reparte lo que haya para comer. El 99 por ciento son personas solidarias que te ayudan en lo que necesites. En todas estas ocasiones me encontré con muchos peregrinos de los países del Este.

-Pero hay también soledad.

-En la vuelta tres noches dormí solo en los albergues, la última en Avilés el domingo. La cabeza te da muchas vueltas y duermes poco.

-Ya piensa en nuevos retos.

-Quiero volver a hacer el Camino de Santiago. Pienso salir de León y por Pajares llegar a Oviedo y seguir la ruta primitiva, por Allande. Es muy físico y quiero hacerlo solo. En otra ocasión quiero hacerlo con un amigo de La Felguera.

-Tiene más planes.

-Dedicarme a la huerta, a cuidar a mi nieta y a caminar.

-¿Tiene Asturias que mejorar su Camino?

-Tiene que promocionarlo más. No somos conscientes de la belleza que tenemos aquí.

«Sentí una emoción grandísima al ver el recibimiento; no pensaba que tuviese tantos amigos»

«Cuando me prejubilé pesaba 120 kilos y me dije: "tengo que caminar". Ahora hago 15 kilómetros diarios»