Será en el 2012, el 14 de de abril, cuando se conmemore la fundación oficial del Titánico de Laviana, coincidiendo con el naufragio del paquebote inglés «Titanic» en aguas de Terranova. Ante este importante hecho para el municipio, se está conformando desde el Ayuntamiento una comisión para llevar a buen término las diferentes actividades y acciones encaminadas a celebrar esa singular y especial efeméride. Y aquella fatalidad náutica fue el motivo que animó a un grupo de deportistas lavianeses a dar el nombre futbolístico a un equipo por entonces pundonoroso, atrevido y pionero en el juego de la pelota, que en los primeros albores del siglo XX ya disfrutaba con sus partidos amistosos en los prados de Fontoria. La ilusión juvenil y los deseos de rivalizar con otros contendientes -pocos en aquellos tiempos- fueron acicate para lanzar el balompié por el Valle del Nalón y toda Asturias. Y más tarde llegó la fundación oficial del rojiblanco Titánic en el popular llagar de don Clemente, en el castizo barrio de atrás en la villa de la Pola. La elástica roja y blanca, con el pantalón azul y las medias azules con ribetes rojos, fue la indumentaria que marcó un hito en los anales del fútbol asturiano. Y todo sucedió en Pola de Laviana en el año de gracia de 1912. Anteriormente ya existía El Arenas, un conjunto local que se enfrentaba a equipos formados por mozos del concejo con algún apaño de gente de otros lugares e incluso con la novedad de algunos ingleses o escoceses -trabajadores en el puerto gijonés o de vacaciones- que se dejaron caer por estos entornos del alto Nalón. El sacerdote Don Luciano López y García-Jove me comentó en más de una ocasión todo el acontecer futbolero en la Pola, y en los encuentros disputados en las proximidades del río Nalón, los llerones de Don Bernadín Zapico, actualmente zona de Fontoria, donde Don Luciano jugaba de portero, se dirimía la cantidad monetaria de 25 pesetas. El equipo que perdía pagaba la consumición que se celebraba con gran camaradería en una vinotería de la Chalana -Casa Valeriano- entre buenas viandas, truchas especialmente, y abundante vino y sidra doméstica. En esta ocasión por tratarse de un encuentro con motivo de las fiestas patronales de Agosto, fue el alcalde Segundo Álvarez quién donó los cinco duros para disfrute de los jóvenes pioneros del balompié. Tras la merienda hubo un superávit de tres perronas, treinta céntimos, y en vez de propina-en aquellos tiempos de 1900 no se estilaba ese detalle-fue destinado a los pobres de la parroquia.

Toda una historia. Los fundadores del primer equipo oficial fueron los entusiastas lavianeses Chepe, Benito, Cabero, Sixto, Ceferino, Jaime, Mariano, Amador, Graciano, Máximo y Angelín. El Presidente de la pionera entidad era el abogado local Aquilino Zapico. A partir de la fecha fundacional de 1912, el Titánic disputó diferentes encuentros por todo el Principado donde existía algún conjunto deportivo con el once característico. El localidades como Gijón o Llanes, los equipos estaban conformados en casi su totalidad por elementos británicos y aún así en sus confrontaciones con los de Laviana los resultados casi siempre eran favorables a los polesos, jóvenes canteranos dirigidos por José Gutiérrez «Chepe», que por aquellas fechas estudiaba en Navarra y solía acudir un tiempo estival a estudiar a Inglaterra. Sus orientaciones con la perla de un balón de cuero traído de la Islas Británicas puso en jaque a sus amigos y coetáneos que, entusiasmados, pasaban toda la jornada dando patadas a ese original esférico.

En todos estos años de juego de balón, el Real Titánico -nombre castellanizado por la prohibición de apelativos ingleses- se ha forjado una aureola de conjunto vibrante y poderoso que ha marcado un hito en la historia del balompié regional. Y este hecho forma parte de la realidad cotidiana de todo un pueblo. Es la honra y el sentir de Laviana, y su marca por antonomasia. Y mentar al Titánico es recorrer capítulo a capítulo el quehacer y el trabajo de muchos hombres y mujeres que con su espíritu y amor a unos colores escribieron páginas memorables en ese libro de la historia que hoy es leyenda viva y tradición popular. En toda esta singladura y a punto de alcanzar el siglo de existencia me gustaría recordar a todos aquellos esforzados en defensa de un equipo de fútbol que con su esfuerzo, sacrificio y tesón han logrado mantener para el concejo lavianés algo más que un conjunto de fútbol, una seña de identidad y un valor fundamental de recuerdo y honor deportivo. Algunos nombres emblemáticos de la trayectoria titánica merecen ser reseñados en esta crónica: José Gutiérrez «Chepe», Bernardo Zapico, Constante «el Casín», Antonio Trelles, Gerardo «Canticu», Manolín Cheva, Efraín Canella, Constantino Blanco, Veneranda Morán, José Ramón Alonso, Juan Arnanz, Emilio Corral y especialmente mi padre, presidente durante más de quince años en una de las etapas más fructíferas del equipo, entre toda una legión de auténticos bastiones: directivos, entrenadores, jugadores, utilleros, riferos y seguidores incondicionales, que colaboraron y siguen apoyando de manera desinteresada a todo un equipo de fútbol como es el Real Titánico de Laviana, actualmente refugiado en primera regional pero que con ánimo y vocación deportiva es posible, y de cumplida obligación, que alcance su merecida categoría que es la tercera división. Cien años dan para mucho.