Alto del Angliru (Riosa),

Andrés VELASCO

La edición de 2011 de la Vuelta a España volverá el próximo fin de semana a visitar el Principado, y lo hará con dos llegadas en alto, una inédita, como es el puerto de la Farrapona, y otra temible y mítica: la cima del riosano alto del Angliru. El director de la Vuelta a España, Javier Guillén, visitó hace unos días las rampas de la montaña que está llamada a definir el ganador de la ronda española, y aunque evidentemente ya conocía la subida, no por ello deja de impresionarse cada vez que la recorre. Y eso que lo hace en coche.

Pese a que reconoce que el «misticismo del Angliru está totalmente justificado pese a que solo hemos venido cuatro veces», el responsable de la Vuelta ciclista descarta que se suba con más asiduidad a la cima: «Es una subida increíble, da mucho espectáculo de cara al aficionado, que es lo que se persigue, pero si viniéramos más veces, quemaríamos su magia, el Angliru perdería encanto». Por ello, la fórmula perfecta para los organizadores de la Vuelta es que se ascienda al menos una vez cada tres años, y que no pasen seis ediciones, como ocurrió entre 2002 y 2008, sin acudir a la mítica cima en Riosa.

La dureza de las rampas del Angliru, opina Javier Guillén, «no permite abrir grandísimas diferencias, pero sí mantenerlas, por lo que los corredores se puedan ganar unos a otros en la ascensión del Cordal (Lena), va a ser muy importante de cara a las diferencias finales de la etapa». El director de la Vuelta vela por que tras el Angliru, el interés de la carrera se mantenga: «yo espero y deseo que no se decida el ganador en esta etapa, pero sí que es cierto que es una posibilidad si alguien se encuentra bien de piernas y ejerce una superioridad sobre los demás».

De las faldas de la montaña riosana hasta la cima, durante todo el tiempo que duró la visita, Guillén no dejó de alabar la ascensión, que ya considera un símbolo de la Vuelta a España y uno de sus grandes baluartes de cara al espectador. «Cada año que venimos suele convertirse en una de las etapas más seguidas sino la que más, por lo que para nosotros es esencial contar con una cima como esta, en la que sólo los más grandes llegan con opciones», indicaba, a la vez que contemplaba una bonita foto del paisaje del centro de Asturias, todo ello, hasta que la niebla hizo su acto de presencia. Por ello, para el día de la etapa, Guillén solo deseó dos cosas: la prudencia de los aficionados «que seguro la tendrán», y un día soleado, un ruego complicado por otra parte, ya que de las cuatro veces que se subió al «Olimpo del Ciclismo» los dioses enviaron lluvia en tres de ellas.

Junto al cartel que resume lo que los ciclistas se van a encontrar en el Angliru, Javier Guillén, director de la Vuelta a España, indica que «los corredores ya empiezan a sufrir sólo con pasar por este punto». Y asegura, «no hay muchos puertos en el mundo que tengan durante doce kilómetros la dureza y la constancia en la inclinación de las rampas del Angliru».

Unos metros antes de llegar a la Cueña les Cabres, el alcalde de Riosa, José Antonio Muñiz, detiene el coche. Javier Guillén se baja y contempla la rampa. «Es impresionante», asegura con la mirada fija en la zona en la que el desnivel alcanza el 23,5 por ciento. «Los ciclistas van prácticamente parados, exhaustos, es probablemente una de las rampas más duras».

Tras seis kilómetros complicados, los ciclistas llegarán a Viapará: «Aquí comienza el infierno». Guillén valora que los casi mil metros de falso llano picando hacia arriba que preceden a la primera de las grandes rampas puerto «son un pequeño gran respiro para los ciclistas, puesto que a partir de ahí no hay descanso. Hay que ser un superdotado».

Javier Guillén pasea ya por la cima del Angliru, la zona donde se instalará la meta. Contempla el obelisco en el que un nuevo corredor inscribirá su nombre junto al de los otros cuatro ganadores en la cima riosana: José María «Chava» Jiménez (1999), Gilberto Simoni (2000), Roberto Heras (2002) y Alberto Contador (2008).