Mieres del Camino,

David MONTAÑÉS

Un equipo de arqueólogos e historiadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad de León trabaja desde ayer en las inmediaciones del puerto de San Isidro buscando vestigios de asentamientos militares vinculados a la Guerra Civil. El objetivo de esta iniciativa es recabar información sobre las posiciones republicanas del Frente Norte, confrontándola con la documentación existente y, de esta forma, lograr una radiografía histórica lo más ajustada posible a los acontecimientos bélicos vividos en el centro de la Cordillera. El historiador Javier Rodríguez explicó a LA NUEVA ESPAÑA que «buscamos aumentar los conocimientos sobre lo sucedido en la guerra y, al mismo tiempo, sentar las bases para, en un futuro próximo, poder crear aulas didácticas para la enseñanza».

El inicio de las excavaciones se localizó ayer en la zona de Cueto Castiltejón. Se trata de un cerro fortificado, próximo a Puebla de Lillo, donde existen protecciones atrincheradas bien conservadas. Según los primeros estudios, se trata de una posición estratégica integrada en el complejo defensivo del puerto San Isidro. Javier Rodríguez sostiene que esta barrera militar fue clave a la hora de entorpecer el avance de las tropas franquistas hacia Asturias. «A lo largo de la primera mitad de 1937 los sublevados fueron haciéndose con el control de Cantabria y el País y Vasco», apunta este profesor de Historia Contemporánea. «Tomar Asturias se tornó un objetivo clave, ya que permitía dominar todo el eje Cantábrico y controlar el acceso al carbón».

La iniciativa impulsada por el CSIC y la Universidad de León se engloba dentro del programa europeo «Ruin Memories Project», una iniciativa financiada por el Consejo Noruego de Investigación que busca recuperar las ruinas-paisaje en los principales núcleos rurales afectados por conflictos bélicos. El investigador del CSIC Alfredo González Ruibal está al frente de un equipo integrado por seis personas. Las labores de campo se prolongarán hasta el día 19 de septiembre. «Hemos comenzado a trabajar, siempre con mucho cuidado, ya que este tipo de excavaciones son muy peligrosas debido a la posibilidad de encontrar material explosivo», puntualiza Javier Rodríguez. Técnicamente, las labores se realizarán como si se tratase de vestigios prehistóricos, «siempre con material ligero».

Los miembros del equipo, pese a que los trabajos sobre el terreno no han hecho más de empezar, ya tiene una idea muy aproximada de lo que se van a encontrar. «Se puede ver a simple vista que hay un par de trincheras derribadas y también hemos localizado lo que parece ser un refugio», apuntaron ayer por la tarde los investigadores. De momento, todo indica que se trata de una posición avanzada en una colina que forma parte del complejo defensivo del puerto de San Isidro. Ubicado en un enclave estratégico, controla el paso de la carretera de Puebla de Lillo hacia Isoba, la cual permitía acceder tanto al puerto de San Isidro como hacia el puerto de Tarna. Los investigadores están convencidos de que el asentamiento pertenece a las filas republicanas. Hay indicios de lo que podrían ser puestos de observación de artillería, con códigos numéricos escritos a lápiz en la roca, y también nidos para ametralladoras. El cerro, según explican los arqueólogos, fue convertido en un parapeto eficaz, con trincheras defensivas en forma de zigzag.

Cuando los trabajos entren en su recta final, se sumaran a las labores alumnos de la Universidad de León. Antes, este domingo, habrá una jornada de puertas abiertas , será entonces cuando se muestre la arqueología de guerra de San Isidro.