Madrid, Modem Press

España vuelve a tirar del carbón, tanto nacional como importado, para cubrir sus necesidades energéticas y la demanda diaria de electricidad. Hasta el punto de que, en los últimos días, el negro mineral se ha convertido en la fuente de generación energética con mayor presencia en el mix con un pico máximo del 35,4% de toda la energía producida el pasado jueves día seis, a mucha distancia de la segunda, los ciclos combinados, con el 18,1%, o la nuclear, que sólo alcanzó el 13,1%. Ese mismo día, el conjunto de las energías renovables (hidráulica, solar térmica, solar fotovoltaica, eólica, biomasa...) apenas llegaron a generar el 21,8% de los 719 megavatios/hora (MWh).

Este resurgir del carbón como fuente energética imprescindible para nuestro país, hasta el punto de alcanzar unos ratios que no se daban desde los años 80, se debe a la particular coyuntura tanto energética como climatológica que se está dando en las últimas semanas en nuestro país. La prolongada sequía, con los embalses perdiendo capacidad de forma continua, y la ausencia de viento prácticamente ha dejado sin efecto a las centrales hidroeléctricas y a los parques eólicos, que tanto han proliferado en los últimos años. A ello se ha unido el parón técnico de alguna central nuclear, como la de Ascó, y el elevado precio del gas en los mercados internacionales, además de la limitada instalación de ciclos combinados. Estas son las causas por las que el operador del sistema, Red Eléctrica Española, ha tenido que echar mano del carbón y programar al conjunto de centrales térmicas del país, que en estos momentos se encuentran funcionando prácticamente al 100% de su capacidad, para cubrir la demanda. «Esta situación deja bien claro que necesitamos del carbón para respaldar a las renovables y que es necesario seguir manteniendo nuestro carbón. Sin él, posiblemente hubiéramos tenido problemas» de suministro eléctrico, para satisfacer la demanda, aseguran desde el Ministerio de Industria.

Como contrapartida, se ha producido un repunte de los precios de la electricidad en el mercado diario, hasta alcanzar picos de 70 euros por megavatio/hora, debido, principalmente, a que las energías nuclear o hidráulica son más baratas al tener las eléctricas amortizadas sus instalaciones desde hace tiempo.

Lo cierto es que la situación ha propiciado que, por vez primera desde que se implantó el mecanismo, las diez centrales incluidas en el real decreto de primas a la producción eléctrica con carbón nacional, funcionen casi al máximo de su potencia y se cumplan, al menos en septiembre, los objetivos de consumo y producción energética programados.

Por otro lado, las empresas eléctricas están pudiendo igualmente aliviar en buena medida el enorme stock de carbón nacional, unos 12 millones de toneladas, que almacenaban en sus instalaciones, mientras las térmicas que utilizan mineral de importación también están quemando carbón en sus calderas a un ritmo desconocido desde hacía años.

Que España haya tenido que echar mano del carbón para asegurar el suministro energético da la razón a la postura que vienen manteniendo, más allá de razones sociales y territoriales, los sindicatos o los empresarios del sector, que siempre han mantenido que sería un «despropósito» despreciar la única fuente autóctona de energía fósil de la que disponemos, que es, por otro lado, necesaria para una diversificación del mix energético que garantice la viabilidad del sistema de generación.

El Ministerio de Industria, por su parte, no pudo o no supo en su momento defender el mantenimiento en el seno de la Unión Europea de la minería del carbón y al final la decisión que adoptaron los veintisiete el pasado mes de diciembre fue la de poner fin al sector el 31 de diciembre del 2018. Desde esa fecha, los responsables de Industria, con el Ministro Miguel Sebastián a la cabeza, han repetido en numerosas ocasiones su intención de trabajar en Bruselas para modificar esa decisión, junto a países como Polonia, por ejemplo, y dar estabilidad a una fuente energética, «necesaria para España», más allá del 2018.