Londres / Mieres,

Agencias / P. CASTAÑO

Los grandes proyectos de plantas de captura de dióxido de carbono (CO2) capitaneados por las eléctricas españolas para garantizar el futuro del carbón se han quedado en humo. Si en mayo de este año era Endesa la que renunciada a las ayudas de la Unión Europea para crear un planta comercial en Compostilla (León), ahora es Iberdrola la que se ha visto obligada a frenar su proyecto en la planta de Longannet, en Reino Unido.

De momento los proyectos de captura de CO2 no pasan de pequeñas plantas piloto como la que Hunosa y Endesa van a poner en marcha este mismo mes en la central térmica de La Pereda, en Mieres, para verificar el método de carbonatación-calcinación desarrollado en los laboratorios de Instituto Nacional del Carbón en Oviedo, o las desarrolladas por la Ciudad de la Energía (Ciuden) en Cubillos del Sil, en León.

Con los desarrollos obtenidos en esa última planta, Endesa pretendía dar el salto a la escala comercial con una gran instalación de captura mediante oxicombustión en la central térmica de Compostilla, pero el pasado mes de mayo, en el actual contexto de recortes por la crisis, decidió renunciar a los 300 millones procedentes de la línea NER 300 de la Unión Europea que iban a subvencionar el proyecto, valorado en 1.400 millones de euros.

Desde Endesa se señaló que esa renuncia no suponía un abandono definitivo del proyecto y que en 2012 volvería a replantearse la inversión al calor de los resultados obtenidos en las plantas piloto del Ciuden.

La otra gran compañía eléctrica española, Iberdrola, también tenía su proyecto de planta comercial de CO2, pero en este caso a desarrollar en Reino Unido, donde opera a través de la filial Scottish Power, firma que tiene al carbón como principal fuente de generación eléctrica. Sin embargo, el Gobierno británico ha renunciado a seguir adelante con el proyecto de investigación y desarrollo de la planta de captura y almacenamiento de CO2 de la central térmica de Longannet, de 300 megavatios (MW). Esta instalación tenía un presupuesto de 1.000 millones de libras (1.150 millones de euros), de los que Iberdrola y sus socios en el consorcio, National Grid y Shell, habían invertido ya unos 20 millones hasta la fecha.

Fuentes de Iberdrola explicaron que los trabajos en la planta piloto construida para dar el salto a la escala comercial «han llegado exitosamente a su fin, demostrando la viabilidad técnica del proceso», al tiempo que subrayaron los «valiosos resultados» obtenidos, que podrán ser utilizados en el desarrollo de futuros proyectos de este tipo. Sin embargo, el Gobierno del Reino Unido ha decidido no seguir adelante y renunciar al paso a la escala comercial.

El secretario británico de Energía, Chris Huhne, anunció la decisión de desechar la planta comercial con el argumento de que no se había podido alcanzar un acuerdo con los socios del proyecto, según indicaron la BBC y otros medios británicos. Huhne aludió a problemas con la longitud del «ceoducto» que debería de trasladar el CO2 a una cavidad submarina. El Gobierno espera ahora que puedan prosperar otros proyectos, ya que la resolución de los problemas técnicos «específicos» de Longannet, dijo Huhne, habría requerido mucho más dinero.

El primer ministro escocés, Alex Salmond, se mostró «profundamente en desacuerdo» con la decisión de renunciar al proyecto de Scottish Power, mientras que la organización ecologista WWF Scotland aseguró que, con la decisión del Gobierno se pierde tiempo en la lucha para combatir el cambio climático.

El consorcio capitaneado por Iberdrola se había convertido en el único capaz de seguir adelante en el Reino Unido en el desarrollo de las tecnologías de secuestro y almacenamiento de dióxido de carbono. No obstante, durante el desarrollo del proyecto, los técnicos habían establecido que los costes de diseño y construcción de una unidad de 300 MW superaban los 1.000 millones de libras asignados por el Gobierno británico, que ha decidido no seguir adelante con el proyecto.

En un comunicado, la compañía Scottish Power, filial de Iberdrola en el Reino Unido, señaló que el consorcio dedicó 400 profesionales a trabajar en el proyecto de la planta durante casi cuatro años y que ha cumplido en tiempo y en presupuesto con el diseño de una planta de captura de CO2 para su uso a escala comercial. El consorcio está «inmensamente orgulloso» del trabajo que ha realizado y por haber sido capaz de trasladar «del laboratorio a la realidad» esta tecnología. Sus hallazgos están disponibles para el Gobierno, que podría transferirlos a otros competidores, lamenta la compañía.

Iberdrola había sido preseleccionada por el Gobierno británico en un concurso para construir una planta de captura y almacenamiento de CO2 a escala comercial en Reino Unido. Por ese motivo, y pesar de la que la compañía también tiene centrales termoeléctricas que queman carbón en España, como es el caso de la de Lada en Langreo o la de Velilla del Río Carrión en Palencia, decidió establecer en Reino Unido su centro global de excelencia para el desarrollo de tecnologías captura y almacenamiento de dióxido de carbono.

El consorcio liderado por Hunosa y Endesa para probar la viabilidad de la tecnología de captura de CO2 desarrollada por el Instituto Nacional del Carbón (Incar) pondrá en marcha este mes la planta piloto de 1,7 MW de La Pereda, en Mieres. La instalaciones, cuyas obras arrancaron hace un año, ya están listas y permitirán probar a escala preindustrial el método de carbonatación-calcinación para la captura de CO2. En el centro de la imagen, la planta piloto de La Pereda, que tiene una altura de 15 metros, junto a la chimenea de la térmica.