Hace 30 años que el 25 de noviembre fue declarado el Día internacional contra la violencia hacia la mujer. Hemos conseguido avanzar en la dirección correcta pero todavía nos queda mucho camino por recorrer hasta poder solucionar esta lacra. Es en este día cuando, por desgracia, hemos recordado que en lo que va de año 54 mujeres han perdido la vida a manos de sus parejas. Aunque la violencia de género afecta principalmente a las mujeres la solución de éste mal depende de todos nosotros.

¿Qué lleva a una persona a actuar de esa manera? ¿Cómo se puede llegar a quitar la vida de un ser al cual, se supone que, alguna vez se ha querido? Cuando un maltratador denigra a una mujer nos humilla a todos, ya que en una sociedad como en la que vivimos hoy en día no podemos permitir que nadie se quiera imponer a otra persona mediante el maltrato.

Los ciudadanos debemos dar la espalda a esas personas que no respetan algo tan simple como la dignidad de una mujer. Tenemos que hacer ver a las víctimas de violencia de género que no están solas, que cuentan con el apoyo tanto de las instituciones como de los ciudadanos. Hemos de colaborar con ellas, recordarles que nadie puede hacer que se sientan inferiores o que no sirven para nada.

Tenemos que ayudarlas a conseguir que cada vez que se miren en el espejo puedan decirse a sí mismas que son capaces de superarlo, que no están solas y que nadie tiene derecho a quitarles su sonrisa.

Nadie sabe realmente como se sienten las mujeres que tienen la desgracia de pasar por esa situación, pero sí podemos hacerlas ver que todas ellas merecen el mejor de los tratos.

Esas mujeres que han perdido la vida no pueden caer en el olvido, su recuerdo debe ser un importante motivo para poner fin a esta barbarie. Debemos impedir que este problema se expanda entre los más jóvenes para evitar situaciones como las actuales en el día de mañana.

Tenemos que luchar, en el significado más positivo de esta palabra, para que cada 25 de noviembre de los años venideros sólo tengamos que recordar a esas mujeres que, de forma injusta, ya no están con nosotros. La batalla contra la violencia machista debe ser ganada por una sociedad unida, fuerte y segura, que sabe lo que debe hacer para seguir avanzando.