El Entrego / Mieres,

Raquel BARAGAÑO

Luces, cámara... acción. Los actores se introducen en la piel de sus personajes y entran en escena, ¿el lugar elegido? Las Cuencas. Desde que John Ford reinventara el cine con la inclusión en sus películas de grandes planos, los paisajes han adquirido un relevancia esencial a la hora de componer la imagen fílmica. Aquí, los desiertos no son testigos de las interminables persecuciones de indios y vaqueros, más bien son las montañas las que observan desde las alturas las creaciones de los directores que han encontrado, en el valle del Nalón y en la cuenca del Caudal, un lugar ideal donde ambientar sus obras.

Pero la actividad cinematográfica en la zona tiene sus inicios ya en el cine mudo, con la película «Mieres del Camino» (1928) de Juan Díaz Quesada, que fue todo un éxito en la época. Estrenos más cercanos, son «Carne de gallina» (Javier Maqua, 2001), «Luz de domingo», un drama de José Luis Garci del 2007, que tiene escenas rodadas en Sobrescobio o, del mismo año, «La Torre de Suso», dirigida por Tom Fernández, un canto a la amistad dentro del escenario que ofrecen los concejos de Aller y Mieres.

La reciente proliferación de rodajes en las Cuencas se debe, entre otras cosas, al trabajo del centro de formación y producción audiovisual «Gona» en Argame (Morcín); a la universalización de los estudios cinematográficos; a los festivales de cortometrajes Aula 18 en El Entrego y CortoMieres; y, muy especialmente, al encanto de sus pueblos y sus paisajes.

El concejo de Laviana es uno de los lugares elegidos para la realización de este tipo de proyectos. Estudiar y vivir en Londres no impidió que la directora Elisa Cepedal no dudara en escoger su tierra natal para ambientar la historia de su último cortometraje. Retornó a sus raíces para materializar en miles de fotogramas las palabras que conformaban las páginas de su guión, «La chica que se baja del tren». Durante los seis días que duró el rodaje estuvo acompañada por Diego López, productor de la cinta, que llegó desde Madrid junto al resto del equipo proveniente de la Escuela de Cine de la Comunidad (ECAM). En cuanto a las localizaciones, Cepedal afirma que «aquí encontré los escenarios que buscaba por la variedad que ofrecen los paisajes, grabamos en Barredos, en La Pola y en Tiraña, donde el párroco nos cedió la iglesia», explica. Los exteriores, tampoco faltaron y el equipo se desplazó hasta La Nisal, en Lada, para rodar una de las escenas. El productor reconoce que «el último día era un poco arriesgado porque podía llover pero», continúa, «el ayudante de dirección venía desde Londres y tenía soluciones para todo, allí están más acostumbrados a ese tiempo que nosotros en Madrid y eso me tranquilizó bastante», asegura. Cepedal llevaba tiempo con ganas de contar una historia ambientada en su tierra, pero cuenta que no nombra ningún pueblo de los que salen porque «quiero que sea un relato universal», afirma.

El camerino del teatro de El Entrego es otro escenario que se ha puesto al servicio del mundo del cine. El productor David Lopo y los directores José Luis Velázquez y Jorge Dopacio eligieron esta localización para servir de marco a la historia de «No hay nadie», un cortometraje protagonizado por Fernando Marrot y Beatriz Rico. La razón de esta elección se debe a que «el teatro presentaba unas condiciones perfectas para la ambientación del guión», explica Lopo.

El apoyo por parte del Ayuntamiento fue importante, al poner al servicio del equipo todo lo que estaba en su mano. «Nos cedieron el emplazamiento en cuanto les comentamos la idea, la verdad es que nos sentimos muy bien acogidos y con ganas de volver repetir», cuenta el director. Pero esta no es la primera vez que el teatro entreguino tiene la suerte de servir de escenario de cine, Velázquez y Dopacio ya realizaron en 2007 «El plano virtual», que recibió el premio ese año a mejor corto de San Martín del Rey Aurelio en el festival Aula 18.

El centro de formación y producción audiovisual «Gona» ha hecho resurgir el cine en la cuenca del Caudal. Durante el pasado mes de julio, los jóvenes directores alumnos del centro llegaron a rodar hasta 21 cortometrajes. Los doscientos habitantes de Argame han visto revolucionada su tranquila actividad diaria convirtiéndose en extras de película y su parroquia ha cambiado por unas horas el culto religioso para rodearse de cámaras y focos para servir de escenario de cine. Candi Casal, gerente del centro, afirma que «El objetivo de 'Gona' es que la gente de aquí, que quiera dedicarse al cine, pueda vivir de su producción». Los paisajes naturales suponen un aliciente para este tipo de obras. «Los actores de la película «Los muertos no se tocan, nene» alucinaban con el verdor y la frondosidad de nuestros bosques», asegura Casal que destaca la colaboración que ofrecen los vecinos, «la gente es muy amable y se desvive tanto con nuestros alumnos como con los directores consolidados que ruedan por la zona». Ya sean los paisajes, el talento de los jóvenes o el impulso que ofrecen productoras y festivales, pero algo tendrán los paisajes de las Cuencas que enamoran al objetivo de las cámaras.